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Ukiyo-e en contexto
16 abr 2021

Elaborado por María Fernanda De la Peña, Alumna de Servicio Social del PUEAA

Con el inicio del régimen shougunal Tokugawa, el nuevo regente japonés decidió establecer su propia cede del poder; fue así como la capital principal se mudó de Heian (la actual Kyoto) a Edo (la actual Tokyo). Mientras que Heian se conservó como la capital donde residía el poder espiritual (tennō o emperador) y el centro artístico por excelencia, Edo fue la capital del poder administrativo, político y militar.

Esta reestructuración dio lugar a la creación de una nueva organización social con la finalidad de preservar la estabilidad y el orden. En esta nueva organización jerárquica se situó en la parte más alta a los samuráis quienes se conformaron como una elite militar para la protección de los señores feudales (daimyos), mismos que a su vez respondían a las órdenes del shogun. Sin embargo, la sociedad japonesa del periodo Togukawa estuvo conformada por más estamentos que fueron parte de una nueva cultura y vieron el florecimiento de nuevos tipos de arte.

Si bien en un inicio Edo se mantuvo únicamente como el centro de residencia del shogun en una región apartada, la capital comenzó a poblarse de manera paulatina hasta convertirse en el centro urbano más importante de Japón. En este periodo y bajo estas nuevas políticas surgió una cultura urbana denominada chōnin, conformada por los agricultores y artesanos, que dio lugar al florecimiento de un nuevo tipo de arte más accesible y que se ajustaba al estilo de vida de las personas incapaces de acceder o entender el arte culto de la élite samurai. La cultura chōnin creo nuevas formas de entretenimiento que reflejaron su propia realidad, fue así como surgieron el teatro kabuki y el bunraku.

Dentro de este contexto aparece el ukiyo-e, que corresponde a los grabados de madera y pinturas del mundo flotante, que toman su nombre de las zonas autorizadas para el ocio; estas estampas surgieron como una forma de representar y publicitar el mundo del entretenimiento de la cultura chōnin, sin embargo, estas xilografías fueron parte de un proceso que fue modificándose en cuanto a sus funciones y usos.

Durante los inicios de la nueva capital los habitantes comenzaron un proceso identitario que se basó en la aculturización de Edo, buscaban reconocer y construir bajo sus propios ojos el nuevo espacio cotidiano mientras que los artistas querían, no sólo construir su nuevo entorno, sino también lograr representarlo. Los grabados ayudaron con esta labor, debido a sus bajos costos en comparación con las pinturas, a la cantidad de materiales que debían ser utilizados para generar una sola pieza, y que, a diferencia de las pinturas, los grabados tenían otra gran ventaja; podían ser producidos en grandes cantidades y de manera más rápida. Esto ayudó a que tuvieran una gran recepción entre los habitantes, junto con el hecho de que las xilografías japonesas podían moldearse conforme a las temáticas de mayor interés del momento.

A pesar de que no se tiene una cifra específica sobre el precio aproximado de estas estampas, se sabe que su valor era relativamente bajo, hecho que las hacía sumamente accesibles y que aumentaba su gran capacidad de circulación. En sus inicios la práctica del grabado se hacía en blanco y negro, las estampas solían producirse para fungir a manera de ilustración de los géneros literarios que se estaban produciendo en ese momento, por lo tanto, la temática variaba con respecto al tipo de narración que se estaba representando; romances, mitos, leyendas sobrenaturales, etc.

Otro de sus usos se relacionaba a ilustrar las ciudades principales y sus mayores sitios de atracción, es decir, a manera de guía turística. Las estampas ukiyo-e podían servir como objeto ornamental en los establecimientos o viviendas, ya que su tamaño facilitaba la movilidad de la imagen con respecto a lo que el dueño quisiera; como una estampilla para traer consigo o para decorar algún espacio de la casa.

En 1765 que surgen las Azuma nishikie (pinturas de brocados del este), nombre con el que se conoció a las xilografías policromáticas, mismas que tuvieron una buena recepción entre los habitantes. Pero hacer uso de color en el grabado implicaba un mayor dominio y avance en las técnicas de producción, es así como alrededor de 1740 surge una limitada cantidad de colores para las estampas, en 1750 se logra llegar a tres o cuatro colores, pero es para la mediados del siglo XVIII que se puede hacer uso de más de doce colores para la impresión de los grabados.

Los temas predominantes de este periodo fueron las casas de té y las representaciones de espectáculos de geishas. De igual manera al periodo que va desde el auge de la xilografía como el formato para la producción de imágenes en Edo hasta el surgimiento de estas nuevas técnicas en el grabado, pertenece el shunga el cual se refiere a la producción de imágenes que abordan temáticas sexuales.

Durante el siglo XIX los viajes a lo largo de la nación japonesa se hicieron más comunes; ya fuera por cuestiones comerciales, religiosas o por placer, y con ello se comenzaron a desarrollar temáticas diferentes en los grabados, pero Edo continuó siendo el sitio privilegiado para los artistas, así como lo había sido en décadas anteriores. Es así como la xilografía adquiere un nuevo uso a manera de postal, de souvenir o de omiyage.

La temática que se abre camino en esta etapa son las representaciones de los paisajes más destacados; aquellos que retrataran la vida urbana y las vistas japonesas más representativas, es así que la representación del paisaje se vuelve el tema principal. El paisajismo tomado del arte chino, y que se encontraba presente como elemento distintivo del arte tradicional japonés como el culto a la naturaleza y la relación del hombre con ésta, se encuentra en el ukiyo-e como la forma de representar lo efímero que puede ser el paisaje mediante los cambios continuos que puede haber en él.


Bibliografía

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Holcombe, Charles, Una historia de Asia Oriental. De los orígenes de la civilización al siglo XXI, trad. Arturo López Gómez, México, Fondo de Cultura Económica, 2011, 544 pp., ilus.

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Imágenes tomadas de: Ukiyo-e.org