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Matrimonio internacional en Corea
28 oct 2022

Elaborado por María Fernanda Paredes, Alumna del Servicio Social del PUEAA

Al menos una vez, aunque sea en un tweet, hemos dirigido un gran y profundo “cásate conmigo” a nuestro respectivo k-pop boy. Lo hayamos dicho muy en broma, o muy en serio, la verdad es que cuando nos imaginamos un “matrimonio” o una “familia” nuestra principal motivación es el cariño y la admiración que le tenemos al muchacho. Las que actualmente todavía concebimos el matrimonio entre nuestros planes, somos de las afortunadas que ya pueden considerarlo un acto de amor más que un mero trámite o una necesidad para realizarnos como mujeres. Lamentablemente, no todas las mujeres alrededor del mundo son tan afortunadas como nosotras; en ciertas sociedades, el matrimonio sigue siendo un acto lleno de intereses económicos y sociales, uno que se convierte inevitablemente en una relación y forma de dominación. Una de las sociedades en las que podemos observar esto es en la de Corea del Sur.

En años recientes Corea ha hecho un gran esfuerzo por expandir su industria cultural y tecnológica alrededor del mundo, generando la llegada de turistas y migrantes más grande de su historia. Por lo mismo, muchas de sus campañas turísticas y culturales están diseñadas para generar una sensación de nación multicultural, una que se abre y que recibe al mundo. A pesar de esto, la Corea que encontramos si miramos atentamente, es una que está lejos de eso, se torna una nación que busca continuar con una pureza y hegemonía étnica[1] que esperan dure por siempre, un país que busca su reproducción cultural y genética a costa de sujetos muy específicos: las mujeres migrantes.

Aun cuando el gobierno coreano se ha encargado de desarrollar proyectos estatales para “ayudar” a estas mujeres, la verdad es que lo único que han logrado es reducir sus existencias a su papel como reproductoras biológicas y culturales de coreanos, convirtiendo esto en su único “aporte” a la nación, así como en lo que se basa su autonomía y valor como individuas.

La llegada de las mujeres extranjeras a Corea puede darse por diversos motivos y medios, incluso por empresas y organizaciones dedicadas a arreglar matrimonios internacionales. Durante el 2019, se calcula que hubo al menos 23,643 matrimonios internacionales entre coreanes y extranjeres, abarcando un 10% del total de matrimonios contraídos en el territorio durante ese año. De los matrimonios interculturales más del 60% son entre hombres locales y mujeres extranjeras, siendo la mayoría de ellas de origen chino o vietnamita.

La manera en la que el gobierno controla y regula a estas mujeres puede observarse en las leyes y requisitos que estas deben cumplir para tener la posibilidad de acceder a la nacionalidad coreana y, por ende, a los derechos básicos como ciudadanas. El obtener la nacionalidad exige un cambio de identidad para las mujeres en muchos sentidos, si no es que en todos, pues el tener hijos y maternar se vuelve lo que guía sus derechos políticos y sociales. Esto significa que entre más hijos tengan las mujeres, más apoyo recibirán de parte del gobierno. Ahora imagina todas las realidades que pueden derivar de esto: las que no pueden tener hijes, las que a falta de dinero tienen que seguir concibiendo, entre muchas otras. Se termina percibiendo a las mujeres como meras “máquinas” de reproducción biológica y muchas de ellas inevitablemente se vuelven dependientes del Estado.

Muchas veces, después de haber concebido hijos varones se considera el cambio de nacionalidad como una obligación. Para nosotras el derecho sobre los hijos podría no suponer “mayor problema” pues se tiene noción de los juicios luego del divorcio o las facilidades para que se dé la custodia compartida entre exmatrimonios, pero en Corea nos encontramos con una realidad bastante diferente. Si las mujeres se separan de sus esposos y no cuentan con la ciudadanía pierden la custodia completa sobre sus hijos. Aunado a esto, en el territorio el divorcio sigue viéndose como un tema tan tabú que no existe la posibilidad de seguir teniendo contacto después de la separación legal, lo que imposibilita la opción de una custodia compartida.

Para obtener la ciudadanía, las mujeres extranjeras necesitan cambiar su nombre a uno coreano y este paso muchas veces se ve obligado a iniciar por la existencia de hijos dentro del matrimonio. Al haber nacido en territorio y/o con padre coreano, los hijos automáticamente son considerados como locales, mientras que a las mujeres se les deja fuera de la participación legal y social. Esto puede generar muchos problemas dentro de las familias, por lo que eventualmente la mayoría de las mujeres terminan aceptando iniciar el procedimiento.

Corea ha establecido dos sistemas de registro de población. El registro familiar, también conocido como *hojeok*, que lleva cuenta de los nacimientos, muertes, matrimonios y expatriaciones ocurridas en el territorio; certifica la genealogía familiar de una persona por hasta tres generaciones. El registro de residentes, por su parte, contiene información demográfica, así como la dirección de la casa-habitación de cada uno de los ciudadanos coreanos; certifica indirectamente los miembros de las familias. El estar registrado en ambos sistemas es vital para muchas actividades regulares, como pedir trabajo, acceder a la educación superior, entre otras; también el encontrar la identidad individual en ambos registros es la manera de verificar la relación padre-hijo.

Las esposas migrantes sólo reciben un registro de extranjería al momento de su llegada al país. Esto provoca que se les incluya en el registro familiar de su pareja únicamente por nombre. No se solicita más información ni se registra en ningún otro sistema, se les despoja de su identidad individual. Por lo mismo, no aparecen en el registro de residente de sus maridos hasta el momento en el que obtengan la nacionalidad coreana. Una consecuencia de esta existencia “a medias” es que los hijos de estos matrimonios sólo están registrados con un padre, lo cual trae consigo confusiones como el que se les considere hijos fuera del matrimonio e incluso hijos de padres solteros, tabús muy grandes en la sociedad coreana. Pretendiendo solucionar estos daños colaterales, en 2010 se expide la Ley de Registro de Residentes, la cual indica que puede registrarse a las mujeres extranjeras en el perfil de sus esposos, únicamente a petición del varón.

Estas leyes también han cambiado a lo largo de los años. Inicialmente, las mujeres extranjeras se volvían ciudadanas coreanas desde el momento de hacer oficial su matrimonio. Es en 1998 que se modifica la ley de nacionalidad para exigir a las esposas extranjeras obtener una visa de residencia y esperar dos años para después tener derecho a aplicar para la visa de nacionalidad. Aun así, el proceso de obtención de este visado debía ser iniciado por sus esposos, esto con el fin de controlar la cantidad de matrimonios falsos, contraídos en afán de conseguir los beneficios de ciudadanía para después separarse. Esta decisión dejó más vulnerables a las mujeres víctimas de algún tipo de abuso por parte de sus esposos.

En abril de 2006 el Ministerio de la familia e igualdad de género inició la aplicación de una guía política que estaba diseñada para satisfacer las necesidades de las esposas migrantes otorgándoles servicios y programas para la familia, adaptación y asentamiento, apoyo en la crianza y servicios de seguro médico, así como apoyo y protección a víctimas. En marzo de 2008 se continuó con la expansión de estos programas al expedirse el Multicultural Family Support Act para la expansión y mejora de los programas y servicios públicos en beneficio de las esposas migrantes. Asimismo, se crearon los Multicultural Family Support Centers.

La promulgación y ejecución de todas las leyes que he mencionado han provocado una infantilización legal de las mujeres, así como su vulneración al volverlas dependientes no sólo de sus familias políticas y esposos, sino también del Estado que promete velar por su bienestar. La realidad legal en esa nación es una que fuerza un cambio de identidad en todos los sentidos, despojando a las mujeres de su individualidad y de sus raíces culturales y emocionales.

Para no caer en el grave error de fetichizar y/o idolatrar ciegamente a todo un país y cultura, nuestra responsabilidad como personas conscientes y como consumidoras de los productos culturales de ese lado del mundo es la de entender eso que nos gusta como una realidad igual de compleja que la que vivimos en nuestro propio país. Ninguna parte de nuestra vida está hecha de blancos y negros, siempre existirán matices que debemos observar y entender si pretendemos mejorar el mundo. Así como para nosotras es sencillo bromear con los matrimonios internacionales, para muchas mujeres el contraer uno es la única opción viable para poder sobrevivir.


Notas

[1] Etnia: diferencias culturales que pueden existir en ámbitos de lenguaje, costumbres y origen utilizadas para crear barreras entre grupos.


Referencias

Choo, N. (2020). Kim Jiyoung, Born 1982. House of Anansi.

Decreto de 2008 [con fuerza de ley]. Por medio del cual se expide el Multicultural Family Support Act. Marzo 2008. Documento en línea

Engels, F. (1884). El origen de la familia y la propiedad privada. Alemania: Marxists Internet Archive.

Kim, H., Kim, H.. (2013). Depression in Non-Korean Women Residing in South Korea Following Marriage to Korean Men. Archives of Psychiatric Nursing, 27, 148-155.

Kim, K. (06 noviembre, 2019). Int'l marriages in S. Korea up 8.5 pct in 2018. YonHap News Agency. Documento en línea

Kim, M. (2013). Citizenship Projects for Marriage Migrants in South Korea: Intersecting Motherhood with Ethnicity and Class. Social Politics, 20, 455-481.

Lee, H.-K. (2008). International marriage and the state in South Korea: focusing on governmental policy. Citizenship Studies, 12(1), 107–123.

Lee, Y.-J., Seol, D.-H., & Cho, S.-N. (2006). International marriages in South Korea: The significance of nationality and ethnicity. Journal of Population Research, 23(2), 165–182.