Elaborado por Naileth Jiménez, Alumna del Servicio Social del PUEAA
“La cultura, que involucra la producción, circulación y uso de significados es el sostén de la vida social porque los sujetos se viven, piensan y comunican por medio de ellos” (Golubov, 2015, p. 43). En otras palabras, la cultura es el ámbito donde se producen significados, estos emergen en y por medio de relaciones sociales ya sea entre personas, grupos sociales, instituciones, etc. Estos significados nos ayudan a dar sentido a las prácticas y creencias que nos definen como seres humanos y como parte de una sociedad, además necesitan plasmarse en torno a objetos, rituales de interacción e instituciones dentro de prácticas sociales para resultar efectivos, pues el propósito de la cultura es integrar al sujeto al mundo.
Gracias a las herramientas tecnológicas, hoy por hoy podemos tener acceso a un sinfín de ámbitos culturales y por tanto de significados. Particularmente me enfocaré en el caso de la industria cultural japonesa, ya que su reciente auge no es un secreto para nadie, sobre todo en cuanto a entretenimiento. Tan sólo en 2018, la industria del anime había crecido un 171% en lo que se refiere al mercado internacional, estableciéndose como uno de los géneros de entretenimiento más importantes para el público a nivel mundial, a lo que se suma el aumento de servicios de streaming y un cambio en los hábitos de consumo que se preveía a largo plazo y que la pandemia de la COVID-19 aceleró. Es así como el anime se convierte en todo un fenómeno cultural, altamente rentable, no sólo dentro de Japón, sino del mundo.
Pero ¿cuál es la importancia de esto? Bien, el anime al ser un producto cultural es forzosamente una forma de representación social, esta representación abre la posibilidad de indagar en la complejidad de la construcción del pensamiento colectivo japonés y comprender que la legitimidad de las normas se convertirá en modelos dominantes con una fuerte carga ideológica modelada y configurada en la interacción cultural. Para Arruda “la representación social no es una copia ni un reflejo ni una imagen fotográfica de la realidad: es una traducción, una versión de ésta.” (2012, p. 324).
Lo anterior da apertura a un tema preocupante pero muy común dentro de la animación japonesa: la cosificación del cuerpo femenino. Existen algunos géneros dentro del anime donde la trama gira directamente a tomar a la mujer como objeto sexual, como ejemplo de esto tenemos el ecchi, dentro de este género muchas veces encontramos que ni siquiera existe una historia profunda pues todo el peso recae en las escenas de las protagonistas femeninas en situaciones meramente sexuales. No obstante esto no es lo más alarmante, pues en general, en muchas de las series de anime existe esta hipersexualización del cuerpo femenino como forma de entretenimiento, no sólo para el público sino también para sus protagonistas promoviendo la objetivización y, con ello, la imposibilidad de considerar a las protagonistas como sujetos, en términos de igualdad o alteridad. Algo culturalmente establecido y aceptado es utilizar el cuerpo de la mujer en los medios de comunicación de masas. El papel del personaje femenino reducido a sujeto y objeto del deseo masculino.
Podemos encontrar infinidad de ejemplos, pero por mencionar algunos de los más conocidos: Dragon Ball, específicamente el maestro Roshi y sus escenas con Bulma, Los siete pecados capitales y sus protagonistas femeninas, Food wars y sus escenas dónde de manera innecesaria sus protagonistas son despojadas de sus ropas, entre otros.
Como vimos al inicio la cultura juega un papel preponderante en la construcción de valores, no obstante ¿es la única que puede intervenir en la creación de significados? La respuesta es no: también los medios de comunicación, la publicidad, las redes sociales e industrias como las del entretenimiento forman parte importante, pues tienen el potencial de formar y deformar estos valores sociales, de ejercer influencias, moldear opiniones, crear estándares, efectos y de desarrollar estereotipos que impactan a través de la transmisión de todo un universo simbólico, que con el transcurrir del tiempo se dan por sentados socialmente.
Como sabemos el anime tiene una gran influencia en el mundo y es considerado como un medio de comunicación masiva, siendo una de las industrias del entretenimiento más consumidas a nivel mundial y por público de cualquier edad. Las industrias culturales y los medios de comunicación de masas actúan como agentes que refuerzan y divulgan determinadas creencias y valores tradicionales, como reflejo de las normas sociales imperantes:
Pero ¿qué pasa cuando paulatinamente estos agentes abusan del uso de estereotipos? o ¿qué pasa cuando éstos abusan de imágenes con significados cosificantes en los mensajes que lanzan?, al parecer, esta producción de “significaciones imaginarias”, han llevado a estos medios a atentar contra los derechos humanos de las mujeres y a promover la violencia contra ellas, ya sea de manera directa o indirecta. (Rojas, 2004, p.6)
Jóvenes mujeres que se presentan seductoras, mostrando una notable pasividad y entrega al ojo y a los deseos masculinos, lo que lleva a la hipersexualización de sus cuerpos. Un ejemplo muy característico son los senos, que, a pesar de no ser un órgano sexual, porque no cumple ninguna función en la reproducción, son sexualizados y además se presentan de manera exagerada, la mayoría de veces sin relación alguna con la historia. Otro sería la normalización del acoso de manera ambigua o incluso explícita, a través de imágenes que convalidan situaciones de sometimiento y humillación de mujeres o simple exhibicionismo. Todos los productos culturales son construcciones que moldean la identidad de las audiencias, es decir, constituyen un público. Estos productos representan a una parte o al público en general, el público que los consume.
Los medios imponen ideologías, significados y comportamientos y los productos culturales masivos se posicionan como elementos que garantizan que la mujer se siga identificando con los principales roles que la sociedad le ha impuesto. Las diferencias de género en la socialización se establecen de acuerdo con los comportamientos ideales que se destacan para cada sexo. Cada sociedad crea expectativas en los individuos sobre los comportamientos adecuados Dependiendo de la sociedad, se determina lo que los hombres y mujeres deben y no deben hacer. Los discursos sociales permiten definir una realidad, construir una manera de interpretar al mundo y asumir ciertas conductas.
Finalmente, es importante destacar que una representación social es dinámica, por su propia esencia; debido a que se construye en la cultura es susceptible de deconstruirse y reconstruirse de acuerdo con las necesidades y exigencias de contexto y del propio sujeto; es una herramienta del pensamiento que puede ser reflexivo, interpretativo y generativo de cambios. Tiene una función de proceso mental sociocognitivo mediante el cual los colectivos se explican su realidad, la cubren de elementos afectivos y le dan un significado coherente en su estructura de pensamiento.
Con este artículo quiero invitar al público a cuestionarse si todo aquello que consumen como entretenimiento, sea anime o no, realmente es simplemente eso o va más allá. ¿Realmente es una simple serie o es una forma de normalizar conductas que atentan contra los derechos de ciertas minorías? Y, como siempre digo, consumir o no este tipo de productos culturales no es correcto o incorrecto, lo verdaderamente importante es ser crítico siempre y cuestionarse por qué los consumimos.
Referencias
Blazquez, N., Flores, F., Ríos, M. (coord.) (2012) Investigación feminista : epistemología, metodología y representaciones sociales. Recuperado el 02 de junio de 2022. Documento en línea
Dominguez, P.,Sotelo, G. (2014). Cosificación femenina en la era del capitalismo tardío. Ciencia administrativa. 1(s/n), 40-50. Documento en línea
Golubov, N. (2015). El circuito de los signos. Bonilla Artigas.
Kathambi, K.(2010). Japón: ¿Cómo están los derechos de las mujeres en esta potencia económica? AWID. Recuperado de: Documento en línea
Rojas, N. (2004). Cosificación de la mujer en los medios de comunicación impresos en Guatemala (Tesis de licenciatura). Guatemala.
Sotto, G. (2022). La cosificación sexual de la mujer y la publicidad. ELESTADO.NET. En línea