Elaborado por María Fernanda Paredes, Alumna del Servicio Social del PUEAA
Durante los últimos meses varios países alrededor del mundo han sido azotados por las inundaciones más fuertes registradas en las últimas décadas. Así como el mes pasado los titulares se encargaron de hablar de Seúl y hace unas semanas algunos mencionaron a Pakistán; durante la semana del 23 de septiembre fue el turno de Nigeria.
Estos últimos días, el país africano ha sufrido sus peores inundaciones en una década, las cuales han cobrado la vida de más de 300 personas este año. Estas inundaciones se han registrado en 27 de los 36 estados de Nigeria y se han visto afectadxs, al menos, medio millón de capitalinxs nigerianxs. De la misma forma, se tiene recuento de unas 100.000 personas desplazadas, así como 500 personas heridas.
A pesar de que Nigeria registra inundaciones todos los años, las autoridades señalaron que las inundaciones de este año, las cuales se atribuyen al desbordamiento de algunos ríos locales, a las fuertes lluvias y a la liberación del exceso de agua de la presa de Lagdo, en la vecina región del norte de Camerún, podrían ser consideradas una alerta de un problema mucho más grave y urgente de resolver: el calentamiento global.
Aún cuando el calentamiento global ha sido un tema ampliamente discutido, estudiado y analizado a lo largo de las últimas décadas, lo cierto es que es un tema sesgado fuertemente por cuestiones de clase y raza. Mientras que la emisión de gases de efecto invernadero es mencionada cuando se trata de ciudades como Londres, Nueva York o la Ciudad de México; la presencia de huracanes y tormentas tropicales son noticia cuando golpean Florida; las altas temperaturas se vuelven alerta cuando son registradas en Europa, y una larga lista de etcéteras, lo cierto es que cuando estas situaciones suceden en países no centralizados rara vez se vuelven un tema central en las discusiones o alertas mediáticas.
El continente africano se vuelve el perfecto ejemplo de esto al ser la región en donde el cambio climático demuestra sus peores desafíos a nivel mundial. Si a esto le sumamos el subdesarrollo estructural y sistémico, la pobreza y la injusticia imperante en los países locales, el resultado que encontramos es uno catastrófico, como nos demuestra el caso de Nigeria en días recientes.
La realidad se vuelve aún más injusta cuando comparamos las consecuencias climáticas en la región con el impacto ambiental que tiene el continente africano dentro de las estadísticas generales. En ellas encontramos que África, constituida por 54 naciones, genera un total del 2-4% de las emisiones de carbono a nivel global. Esto podemos compararlo con las cifras de Estados Unidos, con el 15%, y China, con un 28% del total de las emisiones.
Con los datos anteriores, podríamos afirmar que la crisis climática debe analizarse desde una perspectiva de raza y clase, poniendo especial atención en como la disparidad sistémica también puede manifestarse en la materialidad y relación con la naturaleza, obligándonos a entenderlo como un problema aún más complejo de lo que la narrativa hegemónica nos ha hecho creer.
FUENTES
Naciones Unidas. (s/f). Responding to climate change. UN Environment Programme. En línea
Tower, Amali. (2021, 30 septiembre) Although Combined Its Global Emissions Are Less Than 4%, Climate Change Is Devastating Africa. Climate Refugees. En línea
Chinedu, Asadu. (2022, 19 septiembre) Nigeria: 300 personas han muerto por inundaciones en 2022. Los Angeles Times. En línea