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“Ningún hombre encontrará mi tumba” y otros mitos
24 oct 2025

Elaborado por David González, Alumno del Servicio Social del PUEAAO

El Antiguo Egipto, sin duda alguna, es uno de los imperios del pasado que más han llamado la atención dentro de la comunidad académica y del público en general. Las pirámides, la esfinge de Giza, el Nilo y Tutankamón han sido el principal atractivo de lo que alguna vez fue una de las civilizaciones más grandes de la historia. Pero si hay un nombre que despierta todo tipo de interés y polémica es el de Cleopatra, la última faraona. ¿Qué tan ciertas son las afirmaciones que se hacen en torno a su vida y su gobierno? ¿Por qué su nombre vuelve a estar en boca de muchos? Lo averiguaremos en el multimedia de hoy.

Cleopatra VII, la última faraona

Cleopatra VII Thea Filopátor nació en Alejandría en enero de 69 a.C. Hija de Ptolomeo XII, gobernó Egipto entre el 51 y 30 a.C., subiendo al trono con tan solo 18 años de edad, durante la dinastía Ptolemaica. Alejandro Magno conquistó Egipto en el 332 a.C. y tras su muerte, la civilización del Nilo pasaría a manos de Ptolomeo I, dando inicio a la dinastía Ptolemaica, la cual duraría alrededor de 300 años y sería el periodo donde Cleopatra fue faraona.

Aunque Cleopatra nació en la ciudad portuaria al norte de Egipto, su sangre no era puramente egipcia. Tres cuartas partes de su linaje provenía de Macedonia, mientras que solo una cuarta parte era egipcio. A pesar de su ascendencia y de que no gobernó en un periodo faraónico puramente egipcio (como Nefertiti, Nefertari, Ramses II o Hatshepsut), Cleopatra heredó y aprendió sobre la cultura egipcia.

Alrededor del 30 y el 31 a.C., Octavio llegó a Egipto para atacar a Marco Antonio, quien había sido declarado enemigo del pueblo romano. Octavio lo derrotó en la batalla de Accio, Cleopatra murió, y Egipto pasó a ser provincia de Roma. Fue así que el imperio del Antiguo Egipto cayó. Ahora, la vida de Cleopatra finalizó en ese momento, pero su legado ha perdurado hasta nuestros días.

El mito, la realidad

La historia de Cleopatra está llena de mitos que se han vuelto parte del imaginario colectivo cuando se hace referencia a la faraona. Si bien estas creencias pueden ser, parcialmente, verdaderas, lo cierto es que estas surgen a raíz de la representación mediática que Cleopatra ha tenido a través del tiempo. A continuación, se listan algunos mitos comunes y su explicación:

  1. “Cleopatra era una mujer promiscua”

Uno de los mitos más famosos dice que Cleopatra tenía a los hombres a sus pies, incluso teniendo vínculos amorosos con varios de ellos. Sin embargo, durante sus dieciocho años de reinado, sólo se le conocen dos relaciones: César y Marco Antonio. Y es importante mencionar que estas se trataban, en parte, de alianzas políticas para asegurar la supervivencia de Egipto.

  1. “Cleopatra fue irrelevante en política y estaba a disposición de César y Marco Antonio”

Falso. Cleopatra fue una gobernante con poder propio, una diplomática, comandante naval, dirigente política. De hecho, fue la única mujer de la Antigüedad Clásica que gobernó como soberana legítima y no como regente. Además de lo anterior, también era políglota. Se dice que podía mantener conversaciones con etíopes, trogloditas, hebreos, árabes y sirios; era la única gobernante de su época que podía hablar la lengua egipcia antigua.

  1. “Cleopatra era una bruja”

Una de las narrativas más conocidas sobre Cleopatra se basa en que era una hechicera, capaz de embrujar a quienes la rodearan. Una realidad deformada. Lo cierto es que fue una autora destacada en la medicina de la época, cultivando y difundiendo el conocimiento en Alejandría. La idea de acusarla de brujería surge de diversas intenciones de desacreditarla.

  1. “Cleopatra estaba llena de anécdotas épicas”

¿Qué sería de Cleopatra sin mencionar que se enredó en una alfombra para sorprender y seducir a César? ¿O de su muerte provocada por la picadura de un áspid? Lo cierto es que, en relación con la primera suposición, es un tanto ambigua e inexacta. No se sabe con exactitud si en realidad entró al palacio dentro de una alfombra o solamente se cubrió con una tela gruesa. Y sobre su muerte, se sabe que sí se suicidó, pero que lo más probable es que no haya provocado a la serpiente, sino que directamente haya usado veneno.

“Ningún hombre encontrará mi tumba”

Aunque no hay registro histórico que indique que Cleopatra dijo que ningún hombre encontraría el lugar donde reposan sus restos, esta frase ha hecho que Cleopatra esté en boca de todos una vez más. Durante veinte años Kathleen Martínez, abogada y exploradora originaria de República Dominicana, ha vivido con un objetivo en mente: encontrar la tumba de la última faraona de Egipto. Su búsqueda la ha llevado a la ciudad Borg El Arab, específicamente al templo Taposiris Magna. Ahora, a algunos kilómetros de ahí, Martínez y su equipo han descubierto un puerto hundido en el Mar Mediterráneo; de acuerdo con los datos que han recopilado, Taposiris Magna podría ser no solo un centro religioso, sino también el lugar donde descansan los restos de Cleopatra y Marco Antonio.

Si bien su investigación ha causado ciertas polémicas dentro de la comunidad académica, el trabajo que Kathleen ha realizado ha abierto la puerta a descubrir uno de los enigmas más grandes de la historia, así como nuevos temas para seguir investigando sobre Egipto. También su trabajo podría representar una oportunidad para la representación latinoamericana en la arqueología. Al final, no es que todos los días puedas tener la oportunidad de excavar en arenas egipcias como si fuera tu patio trasero.

Cleopatra fue una mujer de enigmas. Pero lo cierto es que la real dista mucho de la que se ha representado en los medios. Fue una monarca culta, visionaria y estratega, que gobernó un imperio complejo en un momento igual de complejo, donde había mucha presión externa. La ambigüedad que hay en relación a su nombre es lo que ha llevado a pensar que Cleopatra VII, efectivamente, existió, pero no como comúnmente la conocemos. Habrá que esperar los avances de distintas investigaciones en relación a ella para, poco a poco, seguir revelando los misterios de la faraona.