Elaborado por David González, Alumno del Servicio Social del PUEAA
Si bien el uso de máscaras en alguna representación se asocia casi de manera automática con el teatro griego, África es también un continente en el que este elemento escénico puede encontrarse, el cual se fusionará con otro tipo de expresión artística: la danza. Esta unión sucede abundantemente en las regiones de África occidental y centroccidental, siendo rara o incluso ausente en las partes oriental y meridional. Como ejemplo, pueden mencionarse el pueblo pende en el sur de la República Democrática del Congo, los yorubas de Nigeria, y el pueblo mbwela en el sureste de Angola.
Al igual que con los griegos, las máscaras en África tendrán la función de representar un personaje en específico, sean personas o deidades, o incluso animales. Si bien la palabra “máscara” usualmente se asocia con un objeto que cubre la cara o la cabeza de una persona, es importante mencionar que este concepto, dentro de algunos pueblos africanos, también se refiere a la pintura corporal o incluso al conjunto de tanto la máscara como el vestuario que la acompañará. Aunque las danzas presentadas se llevan a cabo de manera pública, el acceso a las máscaras no está disponible para cualquier persona. No se permite ver el proceso de confección de estas ni el lugar donde los bailarines se preparan para los rituales que se llevarán a cabo, lo que provoca que muchas veces esta parte de la comunidad sea considerada como aislada. Para poder entrar a este grupo social, se requiere llevar a cabo un proceso de instrucción e iniciación.
Podemos mencionar dos ejemplos donde las máscaras y la danza coexisten entre sí.
Makishi
En las regiones noroeste y oeste de Zambia, cuando los hombres alcanzan la edad de entre ocho y doce años acampan durante tres meses en la selva; este es un ritual que celebra su transición de niños a adultos. En su estadía aislada, a cada uno se le asignará un personaje enmascarado específico, el cual le servirá de compañía durante la iniciación; uno de ellos es Makishi, el espíritu de un antepasado que regresa al mundo de los vivos para guiar a los iniciados. Al llegar a la fase final de la iniciación, Makishi realiza una danza a la que el pueblo entero asiste y en la que los niños, ahora convertidos en adultos, regresan a sus comunidades y presentan una mascarada, exhibiendo máscaras que representan diversos espíritus. Su peso simbólico en el desarrollo y educación de los niños dentro de sus comunidades es tal que está inscrito en la en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO desde 2008.
Sociedad enmascarada Awa
En Mali, durante los ritos funerarios, la sociedad enmascarada awa lleva a cabo danzas públicas y cánticos realizados en un lenguaje desconocido para el resto de la comunidad. Durante este ritual, esta sociedad tiene el objetivo de lograr que el espíritu del muerto salga del lugar donde se encuentra. Asimismo, para implorar su perdón, los bailarines, rodeando al cadáver, golpean la tierra.
En definitiva, la fusión de la danza y las máscaras en África no sólo nos muestra dos elementos que poseen un gran significado cultural, sino que también se accede a una cosmovisión que muchas veces es dejada de lado. Mantener vivas estas tradiciones significa que estas puedan seguir presentes en la memoria colectiva tanto de las comunidades que las llevan a cabo como en las que están más allá de sus fronteras.
Referencias
Jocelyn Murray. (2006). África. El despertar de un continente.
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. La mascarada Makishi. En línea