Singapur se encuentra en medio de dos gigantes surasiáticos: Malasia e Indonesia. Con ellos, parte de su población comparte una lengua, religión y tradiciones. La influencia de estos países en los nacionales singapurenses de ascendencia malasia e indonesia ha sido comentada en otros artículos de esta serie. Sin embargo, la actitud de los gobiernos en la península malaya y en Java no se ha tratado. En este pequeño escrito se busca retratar lo dicho por Lee Kuan Yew en su libro sobre el avance económico de Singapur.

La primera visita oficial realizada por el premier Tunku Abdul Rahman se dio en 1966, ocho meses después de la independencia. Con ella buscaba tener una reducción de la tensión entre la población malasia tanto la malaya como la no malaya. Durante una cena, Tunku le recordó a Lee que la historia de Singapur siempre había estado atada a la de Malasia. Recién dada la independencia de Singapur de Malasia, el gobierno en Kuala Lumpur no apostaba mucho por esa pequeña región que se convertía en un país independiente. Lee Kuan Yew argumenta en su libro From Third World to First que el líder malasio buscó tener injerencia en Singapur mediante el ejército, la economía y el agua. Por ello, Singapur creó un ejército que hiciera frente al malasio, se encargó de crear nuevos lazos económicos con el resto del mundo y las amenazas de quedarse sin agua fueron abatidas con mantener limpias las reservas de agua singapurenses y la inversión en plantas de desalinización, reciclaje de agua y el sistema de ósmosis inversa. El gobierno presidido por Lee Kuan Yew no pensaba dejarse vencer por el gobierno de Malasia. Singapur abogó desde el principio por una nueva relación de cooperación y beneficio mutuo, la cual tuvo una franca mejoría hacia finales del siglo pasado.
Sin embargo, ante los ojos de Lee, Malasia no ha podido superar esa sensación ambigua sobre Singapur. La actitud de cooperación económica es de envidia y desdén, argumenta el ex primer ministro. Para Lee Kuan Yew, Malasia sigue pensando que Singapur no puede sobrevivir sin ella y les molesta el hecho de que haya habido tanto progreso a pesar del minúsculo tamaño del país. Es tarea de los gobiernos singapurenses y malasios tener una relación cordial que permita el mejoramiento de ambos lados de la frontera.
La relación con Indonesia fue ligeramente más variada. El gobierno indonesio dejó claro que no tenía disputas territoriales ni interés en integrar Singapur ni partes de Malasia a su territorio. A pesar de ello, con la independencia singapurense se dieron tratos hostiles hacia el comercio con la nueva nación y diversos sucesos acaecidos en Singapur con nacionales indonesios volvieron ligeramente áspera la relación entre ambos países. Sin embargo, los intereses en ambos países insulares llegaron a superar las diferencias.
Al gobierno en Yakarta le interesaba saber que los comunistas chinos en Singapur estaban controlados y que no tuvieran relación con los comunistas malasios. Este trabajo lo tenía más que adelantado Lee Kuan Yew. Por otro lado, Singapur tenía muy claro que quería ser un actor vivaz en el sureste de Asia y que quería que este puesto se le reconociera como un derecho, no como respuesta a una súplica.
El mayor interés de Singapur en el archipiélago era el libre tránsito. Al estar aislados por las tensas relaciones con sus vecinos requería poder llevar sus productos por vía marítima hacia otras regiones. Buscaba entonces una declaración formal por parte de Indonesia de tener libre tránsito en el archipiélago, no había reclamaciones de los recursos minerales del subsuelo. El libre paso por el estrecho de Malaca era innegociable.
Hacia mediados de la década de los 80, Indonesia había entendido que Singapur, en vez de ser un apoyo y aliado para China, había estado consistentemente abogando por los intereses del sureste de Asia. Con ello, la confianza fue retomada y la relación bilateral mejoró. Todos los puertos se habían abierto y las reglas de comercio internacional se relajaron. Fue así como la relación de cooperación entre ambos países prosperó. Hoy en día, como argumenta Lee, la relación entre ambas naciones no está obscurecida por sospecha ni envidia. Una relación estrecha con Indonesia ha sido vital para poder tener un papel preponderante en el sureste asiático y que la cooperación de la región llame la atención del exterior atrayendo inversiones, intercambio cultural y turismo.
Lee, Y. (2011). From Third World to First. The Singapore Story: 1965-2000. Harper.