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México, Palestina y el Sáhara: Éxitos y fracasos de la diplomacia de migración
26 mar 2021

Con aproximadamente 12 millones de ciudadanos viviendo en el exterior, la diáspora mexicana representa una de las mayores comunidades de inmigrantes del mundo. La vasta mayoría residen en los Estados Unidos ya sea de manera legal o ilegal. Este enorme número de ciudadanos viviendo fuera del país dio lugar a que México desarrollase una estructura diplomática compleja y relativamente eficiente con el fin de dar una atención adecuada, de hecho México cuenta con la red consular más grande del mundo, con 50 consulados en los Estados Unidos.

Esta gran diáspora en el extranjero, junto con una doctrina de no intervención en los asuntos internos de otros países y respeto a la autodeterminación de los pueblos, han dado a México un prestigio considerable respecto a las relaciones internacionales y mediación de conflictos, particularmente durante la segunda mitad del siglo XX. El país ha logrado permitirse una política exterior relativamente independiente (aunque claro, influenciada por los Estados Unidos). Algo que contrasta en sobremanera con dos pueblos que aún no han logrado la completa autodeterminación: Los palestinos y los saharauis.

Tras una larga historia de dominación española y marroquí, el pueblo saharaui se encuentra quizás más lejos de su autodeterminación que nunca. El Frente Polisario ha fallado en crear una red de apoyos diplomáticos ante los principales naciones del mundo y en particular en aquella cuya presencia e influencia es más fuerte en África. Claro está, existen muchas diferencias con México y su diáspora, con aproximadamente medio millón de almas, el pueblo saharaui tiene una capacidad de difusión de su causa mucho más reducida, aunada más por el hecho de que la mayoría vive en los territorios controlados por Marruecos o en campos de refugiados en Argelia. Su diáspora más numerosa fuera de África se encuentra en España, la antigua nación colonizadora donde actualmente se estima que viven poco más de 10,000. Si bien tienen una voz importante en el país ibérico, la realidad es que tiene un nulo impacto fuera de este.

Pero este no es el único factor que ha relegado a la cuestión saharaui, la geopolítica y el sistema internacional de alianzas jugó en su contra durante décadas. Desde sus comienzos, el Frente Polisario fue apoyado por Argelia, país cercano a la Unión Soviética, si bien no es posible argumentar una influencia soviética sobre el Polisario, su relación indirecta con Argelia lo ponían en el grupo contrario a los intereses occidentales en la zona, principalmente de los Estados Unidos y Francia que tienen a Marruecos como principal aliado. Mediante una estrategia de realpolitik occidental y buenas maniobras diplomáticas por parte de Rabat, se ha llegado a una situación de normalización de facto del control marroquí sobre gran parte del territorio en disputa del Sáhara. A sabiendas de la alianza de Marruecos con Occidente durante la guerra fría, el Polisario optó por buscar apoyo en el grupo de países no alineados bajo el argumento de la autodeterminación y la descolonización, aunque tuvo el apoyo de países como la India, México y Etiopía, fue una estrategia sin resultados favorable a largo plazo. Actualmente sólo 39 países tienen relaciones diplomáticas plenas con la República Saharaui, otras naciones que anteriormente la habían reconocido, suspendieron o retiraron el reconocimiento.

Mapa que muestra los países que reconocen plenamente a la República Árabe Saharaui Democrática.

La realidad objetiva es que aún con el reconocimiento de países como México y Argelia, la falta del mismo por naciones con mayor capacidad de influencia en la región, neutralizan cualquier capacidad de cambio o difusión a los saharauis. Por el contrario, algunos países como la India retiraron su reconocimiento y en 2020 los Estados Unidos reconocieron la soberanía marroquí sobre el Sáhara.

Actualmente y tras el quiebre del cese al fuego que durante décadas había estado vigente, el Polisario se encuentra en una situación desfavorable, es necesario que los líderes y la población saharaui reevalúen sus estrategias y metas tanto a cercano como a largo plazo.

El pueblo palestino se encuentra en una posición mucho más favorable (relativamente hablando) que los saharauis en el objetivo de lograr su autodeterminación. Cuentan con una sólida red de apoyos tanto en el mundo árabe e islámico como en Occidente, particularmente en los círculos progresistas y de izquierda. Es quizás la cuestión de autodeterminación más difundida en el mundo y la que más pasiones despierta. La diáspora palestina es extensa, con aproximadamente 12 millones de ellos repartidos fuera de los límites de lo que es reclamado como su futuro Estado; la mayoría se encuentra en los países árabes vecinos pero también cuentan con una importante presencia en América Latina y Europa. Si situación es una de contrastes, como los mexicanos, tienen una diáspora numerosa cuya voz es escuchada ampliamente pero como los saharauis, tienen un liderazgo que ha sido incapaz de adaptarse a los cambios. Si bien 138 países reconocen a Palestina como un Estado, esto no ha supuesto cambio alguno sobre el terreno desde los Acuerdos de Oslo en los años 90, que otorgaron una autonomía limitada a la población palestina. En un Medio Oriente que ha sufrido cambios acelerados tras la Primavera Árabe, el liderazgo palestino se ha estancado en una posición intransigente que recuerda a la época del auge del panarabismo. Con muchos gobiernos árabes más preocupados por la creciente influencia de Irán en la región, la causa palestina ha quedado relegada a un segundo plano, algo que sus líderes parecen no entender o ser incapaces de reaccionar al respecto, situación que es repetida por la diáspora palestina.

Mapa que muestra los países que reconocen plenamente al Estado de Palestina.

Respecto a estas dos cuestiones, México podría ser hasta un cierto punto, un ejemplo de la creación de redes diplomáticas basadas en la diáspora y su influencia, así como una política de no intervención y relativamente neutral respecto a las problemáticas internacionales, aunque basado en el respeto a la autodeterminación y sobre todo la mediación en los conflictos. Puede que la escuela diplomática mexicana tenga algunas claves útiles para palestinos y saharauis que puedan llevar a una mejor situación a la actual.


Referencias

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