La pandemia por el coronavirus además de traer grandes retos y dificultades a las naciones ha agudizado problemáticas sociales, políticas y económicas. Entre ellas la pobreza, el desempleo, el endeudamiento, la falta de apoyos económicos a familias, entre otros.
En meses recientes la pandemia se ha agravado para ciertos países, entre ellos Estados Unidos, país con el mayor número de casos confirmados de coronavirus (4,433,410) y Brasil (2,443,480 casos). Por otra parte, países como Eritrea y Nueva Zelanda ya enfrentaron una primer ola de SARS-CoV2, logrando reducir la propagación del virus o erradicandolo por completo.
El 26 de julio, se reveló que América Latina ya era la región con mayor número de casos confirmados de COVID-19, superando por primera vez a América del Norte.[1] Sin embargo, ninguna región ha quedado exenta del virus, en el caso de Medio Oriente y el norte de África, Irán es el país con mayor número de casos confirmados (293,606).
La situación que atraviesa actualmente el mundo, producto de la pandemia, ha visibilizado y reforzado la vulnerabilidad de la sociedad. Principlamente de las y los trabajadores de distintos sectores, que a raíz de la detención de actividades económicas para la disminución del número de contagios por coronavirus, han enfrentado despidos masivos, reducción de salarios, etc.
No se debe olvidar que existen lugares más vulnerables que otros ante crisis como esta, debido a diversas cuestiones, como una gran deuda económica, países que atraviesan conflictos como Yemen o Siria, o que su economía depende de actividades que fueron paralizadas por la pandemia.
Como ya fue mencionado, la pandemia por el SARS-CoV2 ha agudizado distintas problemáticas. Algunas de ellas directamente relacionadas con la crisis económica, visible con la difícil situación económica que atraviesan miles de familias en todo el mundo. Es evidente que a raíz de esto las personas esperarán soluciones, apoyos por parte de los gobierno, pese a esto, en algunos casos como el de Israel, las respuestas han sido poco eficientes.
Israel fue reconocido a nivel mundial por actuar de manera inmediata ante la pandemia, cerrando sus fronteras en marzo, así como limitando las actividades económicas, culturales y sociales, pues de esta forma el gobierno buscaba una leve propagación del virus. El 19 de abril se anunció que ya se había superado la peor parte de la pandemia, se había controlado con tan solo 171 fallecidos y 13 mil personas contagiadas, por lo tanto las actividades comenzaron a ser retomadas, con las medidas sanitarias necesarias.[2]
Si bien es cierto, que la propagación de una primer ola del virus fue contenida, y se elogió la administración del Primer ministro Benjamín Netanyahu, en el último mes ha habido un cambio radical, responsabilizandolo por las consecuencias de haber vuelto a la normalidad prematuramente, pues los casos de coronavirus están aumentando.
El descontento social se hace cada vez más evidente, pues se denuncia un mal manejo de la pandemia, que ha recrudecido la situación económica de familias y trabajadores. En los últimos días, miles de personas se han reunido para protestar en contra de las acciones insuficientes tomadas por el gobierno para controlar la pandemia.
Aunado a esto, el SARS-Cov2 ha sido el motor para desencadenar el hartazgo de la población hacia Netanyahu, pues se debe recordar que está acusado de fraude, abuso de confianza y aceptación de sobornos.[3] Todos los cargos han sido negados por el mandatario, sin embargo, se enfrenta a un juicio por ellos. Si bien es cierto que los cargos en su contra están desde enero, la crisis ha provocado que este sea un motivo más para manifestarse.