El mes de agosto termina con la noticia de un nuevo enfrentamiento entre tropas indias y chinas en la frontera que comparten. Si bien la confrontación no fue a gran escala y no se reportaron muertes, sí fue significativo para China e India. Las tensiones entre los dos países se mantienen altas, después de que el pasado 15 de junio murieran cerca de 20 soldados indios tras un enfrentamiento con soldados chinos en el valle de Galwan, cerca de su frontera común. Vale decir que ha sido el encuentro más violento desde 1967.
China e India son similares en diversos aspectos, por mencionar algunos: ser las civilizaciones más antiguas, son los dos países más poblados del mundo,[1] ambos son potencias nucleares, pertenecen al G20, cuentan con políticas enfocadas en el desarrollo de la ciencia y tecnología para la innovación en distintos ámbitos y, configuran como países importantes en la región. Es cierto que en los últimos años se ha hablado de China como la próxima potencia mundial, pero no se debe perder de vista a India, y su papel como potencia emergente y lo que representa para China.
Las relaciones entre China e India se caracterizan en gran medida por ser cordiales y de entendimiento, al mismo tiempo se debe señalar que en 1962 hubo un conflicto armado que tuvo gran influencia en la determinación del tipo de relación entre ambos países.
Los orígenes del conflicto
Para poder tener un acercamiento a los orígenes del conflicto se debe partir de la independencia de la India de Reino Unido en 1947, que originó la creación de Pakistán y la disputa por Cachemira.[2] El acta de independencia de la India también señalaba las fronteras que compartía con China.
El conflicto se centra en la ambigüedad de la delimitación de las líneas fronterizas entre China e India y en saber que líneas fronterizas consideraba cada gobierno, pues existían dos, la Línea Johnson y la línea Macartney-Macdonald. Estas líneas son importantes, porque con ellas se estipula en que país se encuentra Aksai Chin – que actualmente continua como territorio en disputa- en la línea Johnson pertenece al territorio indio, mientras que en la segunda pertenece a China.
En 1951 China afirma su soberanía sobre el Tíbet, comenzando a tener más presencia en la zona y por lo que la definición de la línea fronteriza con India era de suma importancia. Esto provocó problemas. China comenzaba a reclamar territorios que históricamente estaban bajo dominio indio, todo derivado de un entendimiento nulo entre ambos países por la confusión en tanto a la delimitación del territorio. Esto causó que los dos gobiernos comenzaran en la década de los 50 a demostrar su control en territorios como Aksai Chin, estableciendo bases militares, construyendo carreteras, patrullando o con el reclamo de China por Arunachal Pradesh -estado indio- que considera Tíbet del sur, etc.
Lo anterior, sería un elemento para el inicio del conflicto chino-indio en 1962 donde India saldría derrotada. Después de la confrontación se establecieron acuerdos para respetar y que no existieran hostilidades en la Línea de Control Real, que es reconocida como la línea que marca las fronteras entre India y China, no obstante, no existe una validación real, y esto provoca que ambos estados sigan reclamando el control sobre distintos territorios.
Las implicaciones de la línea fronteriza
China e India han desarrollado acciones conjuntas para resolver la cuestión fronteriza, algunas de ellas de acuerdo con José Miguel Pardo, son las siguientes:
En septiembre de 1993 se suscribió el Acuerdo sobre el mantenimiento de la paz y la tranquilidad, en ambos sectores fronterizos. En febrero de 1994 se iniciaron reuniones bilaterales de alto nivel en Nueva Delhi para promover «medidas de fomento de la confianza» entre ambas fuerzas armadas. Iniciativas como el desmantelamiento de puestos de guardia cercanos entre sí allanaron el camino como primer paso para que, en noviembre de 1996, se impulsara la firma del Acuerdo sobre medidas de fomento de la confianza en el campo militar. Dicho acuerdo trató de institucionalizar la paz y la estabilidad en la frontera mediante el establecimiento de medidas de desarme, limitación de tropas y ejercicios militares, y la delimitación de zonas de exclusión aérea.[3]
Es cierto que se ha manifestado el interés por resolver la problemática fronteriza, por ejemplo, se ha logrado el desarme cerca de la Línea de Control Real, sin embargo, los ataques, la militarización del área, construcciones de nuevas líneas de comunicación, entre otras acciones, demuestran que la disposición por resolver el problema de manera pacífica ha sido poco considerada, o existe nula confianza entre los países.
Prueba de lo anterior es el último ataque que se dio a finales del mes de agosto, en la región de Ladakh- que pertenece al territorio indio- y a su vez comprende a Aksai Chin- territorio chino. Las dos partes se acusan mutuamente de haber violado las fronteras y de provocar a los rivales para generar una disputa.
El reciente ataque no ha sido el más grave, pues como fue mencionado anteriormente, en junio se registró uno peor, pero sí representa un motivo más para que las relaciones entre India y China se complicaran. India ha prohibido docenas de aplicaciones chinas, incluida la popular aplicación para compartir videos TikTok, y ha impuesto restricciones a las inversiones chinas en medio de la reacción violenta contra Beijing luego de los enfrentamientos fronterizos mortales en junio[4].
Que India y China, países en potencial crecimiento en Asia compartan fronteras, puede ser traducido como la constante competencia por el posicionamiento principal en la región, por demostrar qué país está mejor preparado y cuál puede tener mayor control. China ha demostrado en los últimos años que tiene la capacidad para generar grandes acciones y oportunidades en Asia, ha sabido aprovechar su posición para tener aliados y hacer que sus proyectos crezcan, muestra de ello es la Nueva Ruta de la Seda. India y Pakistán tienen un conflicto histórico que China ha sabido tomar a su favor, teniendo como aliado a Pakistán en la nueva ruta.