Hacia 1968, Lee Kuan Yew, el primer ministro singapurense habló con el vicepresidente de Bank of America en Londres. La meta de esa discusión era convertir a Singapur en un centro financiero en el sureste de Asia en una década. A aquel banquero le interesó la propuesta y le dijo que podría desarrollarlo en cinco años.
En ese momento, el mundo financiero comenzaba en Zúrich, donde las operaciones empezaban a las 9 de la mañana. Posteriormente abrían Frankfurt y Londres. Con el paso de las horas, estos centros europeos cerraban y las operaciones empezaban en Nueva York. Todo el tráfico financiero de Londres cruzaba el atlántico y llegaba a Manhattan, desde donde se enviaba a San Francisco a la hora del cierre neoyorquino. Una vez que las operaciones financieras cerraban en San Francisco, el mundo de las finanzas se paraba por unas horas hasta que el día volviera a comenzar en Suiza. El establecimiento de Singapur como centro financiero significaba que, por primera vez en la historia, el mundo financiero y banquero estaría funcionando las 24 horas del día. Si Singapur comenzaba operaciones antes de que San Francisco cerrara y terminaba después de que Zúrich iniciara, el mundo financiero estaba completamente cubierto alrededor del globo. La idea de Lee era de gran interés para el mundo monetario y bancario.
En aquella época, Singapur era parte de la zona esterlina[1] y requería tener controles cambiarios. La recomendación inicial para implementar un centro financiero en Singapur era quitar cualquier restricción en las transacciones monetarias entre Singapur y los países fuera de la zona de la libra esterlina. A pesar de las amenazas del banco central inglés de expulsar a Singapur del acuerdo monetario, Lee corrió el riesgo. Singapur requería tener una buena oferta de monedas internacionales tal y como lo hacía Hong Kong.
Dado que en esa época Singapur todavía se consideraba parte del tercer mundo, el gobierno singapurense sabía que debía trabajar en tener condiciones sociales estables, ambientes laborales y residenciales buenos, infraestructura eficiente y profesionales bien entrenados para atraer a los mercados financieros a sus fronteras. A su vez, la autoridad monetaria de Singapur y la oficina de divisas debían ser vistas como capaces para supervisar a la industria banquera.