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El avance económico de Singapur: un oasis primermundista en una región tercermundista.
05 nov 2021

Dentro de las estrategias que Lee Kuan Yew tenía para convertir Singapur en un país desarrollado, se encontraba el crear un oasis primermundista en una región tercermundista. Aquella dinámica no la pudo lograr Israel, por ejemplo, al estar en guerra con sus vecinos, como menciona Lee en su libro From Third World to First. Sin embargo, la situación de Singapur era distinta y favorable para lograr este objetivo.

El tener estándares altos en educación, seguridad, salud, telecomunicaciones, transporte y servicios garantizaba que Singapur fungiera como base de emprendedores, ingenieros, directivos y demás profesionales que tuvieran algún interés en la región. Esto significó preparar a la población singapurense para tener un gran servicio, buena educación y organización. Lee buscó lograr este cambio en la población con la ayuda de escuelas, sindicatos, centros comunitarios y organizaciones sociales. La idea del gobierno era quitar los malos hábitos de la población que impedían un correcto desarrollo de la sociedad y sobresalir en la región.

En agosto de 1961 se creó la oficina de desarrollo económico. Ésta ayudaba a cualquier inversionista para que sus necesidades fueran cumplidas. En la oficina trabajaba gente de Naciones Unidas experta en inversiones y tenían como objetivo la promoción de la inversión en el país. En un principio se especializó en industria metalera, química y la producción de aparatos eléctricos. Sin embargo, la oficina resultó ser tan exitosa que tuvo que ser fragmentada en distintos componentes conforme las inversiones se fueron ampliando.

El gobierno singapurense fue clave en la atracción de la inversión. El gobierno encabezado por Lee construyó la infraestructura necesaria, proveía de planes industriales bien realizados, fomentó la participación en las acciones de las industrias, otorgó incentivos fiscales y promoción de las exportaciones, todo de la mano de unas buenas relaciones obrero-patronales y medidas macroeconómicas correctas. La zona de mayor desarrollo industrial fue Jurong. Ahí se estableció Hewlett-Packard, cuyos directivos pasaron la voz a otras empresas en sus matrices sobre las atractivas medidas que Singapur estaba implementando. Poco tiempo después, otras empresas electrónicas estadounidenses siguieron los pasos de HP.

Lee Kuan Yew viendo el terreno que posteriormente sería la zona industrial de Jurong el 27 de octubre de 1962. Imagen rescatada de: Roots

La revolución cultural en China ayudó a Singapur al desincentivar la inversión extranjera en Taiwán y en Hong Kong por ser vistas como regiones demasiado cercanas al territorio que encabezaba Mao. Singapur supo aprovechar el momento histórico y cuando sabía que un inversionista con un gran potencial para crecer estaba interesado en su país, el gobierno hacía todo lo posible para ayudarlo en su camino a la isla.

Las ventajas para la inversión en Singapur brillaron en revistas estadounidenses como Time, llevando a más empresas a instalarse en ese pequeño país. En 1970, General Electric abrió 6 plantas diferentes en la isla para producir motores eléctricos, circuitos y electrodomésticos. Hacia finales de esa década, GE fue la empleadora más grande de Singapur.

Anuncio promoviendo pasantías en la sede de General Electric en Singapur. Imagen rescatada de: Biginternships.com

El caso de las empresas dedicadas al petróleo fue también relevante para entender los patrones que seguirían y atraerían a nuevos inversionistas. Las petroleras tenían la confianza en que el gobierno no buscaría quedarse con más acciones ni productos y la promesa del gobierno de compartir equitativamente las ganancias y también las pérdidas. Esto le agradó sobremanera a los directivos de Shell, Mobil, Esso, British Petroleum y Singapore Petroleum. La confianza internacional en el gobierno aumentó y fomentó más compromisos a largo plazo.

Las empresas petroleras aumentaron sus operaciones en Singapur y expandieron sus negocios a petroquímicos. En 1990, Singapur era el tercer centro de refinería más grande del mundo después de Houston y Rotterdam y refinaba cerca de 1.2 millones de barriles al día. También se volvió el tercer centro de comercio de petróleo en el mundo y el mercado de mayor volumen de combustóleo.

Las medidas empleadas por Lee lograron que hacia finales de la década de los 70, las inversiones estadounidenes superaran las británicas, neerlandesas y japonesas. Los problemas del desempleo en Singapur habían quedado atrás, pero ahora tocaba mejorar la calidad de las inversiones que estaban atrayendo y aumentar los niveles de educación en sus trabajadores.

Para asegurarse de que los trabajadores tendrían los mismos estándares de las empresas matrices, el gobierno singapurense permitió que llegaran técnicos e instructores de los países sede a entrenar a todos los nuevos empleados de Singapur. Después de 4 ó 6 meses, los empleados más recientes estaban completamente familiarizados con el sistema de trabajo de la empresa que los contrataba y entendían la cultura del país de donde provenía la inversión. Estos nuevos centros de entrenamiento también ayudaron en la promoción de más inversión. Las oficinas centrales pudieron más fácilmente comparar a sus trabajadores con los singapurenses y así validar los altos estándares de Singapur.

Pero el ser un oasis primermundista no era exclusivamente en el ámbito laboral. Además de las mejoras en educación y transporte antes mencionadas, el gobierno sabía que las apariencias debían coincidir con el mensaje que se estaba dando. Las inversiones de empresas extranjeras significaron un aumento en las visitas de grandes directivos internacionales. Lee Kuan Yew sabía que la ciudad debía verse presentable para recibir a estas personas y que el camino del aeropuerto al hotel y a las oficinas que visitarian debía estar impecable. Por ello, las calles se procuraron más, se cuidaba que estuvieran en buen estado, con árboles y arbustos que decoraran y lo más limpias posible. Al llegar al palacio donde despachaba Lee veían un oasis verde en medio de la ciudad. A su vez, se creó un campo de golf donde los inversionistas podían ir a jugar y socializar.

Lee Kuan Yew resume el éxito de Singapur en una sola palabra: confianza. Fue la confianza la que permitió que los inversionistas abrieran refinerías y fábricas en su territorio. Gracias a las políticas sensatas que se implementaba desde las oficinas gubernamentales, los inversionistas creían en las ofertas que realizaba Lee y la internacionalización de Singapur pudo iniciar. Con el contacto directo entre Singapur y países más desarrollados pudieron aprender los singapurenses las formas que habían tenido éxito en otras latitudes y así implementarlas y mejorarlas para su beneficio.


Referencia

Lee, Y. (2011). From Third World to First. The Singapore Story: 1965-2000. Harper.