Abiy Ahmed, primer ministro de Etiopía desde 2018, quien en 2019 recibió el Premio Nobel de la Paz por el histórico acuerdo firmado con el presidente de Eritrea, Isaias Afwerki, que dio fin al conflicto fronterizo que por dos décadas marcó la historia de ambos países, ahora encabeza un conflicto al interior de su país.
Al recibir el Premio Nobel, el primer ministro etíope pronunció un discurso argumentando que la guerra es el epítome del infierno para todos los involucrados; que crea hombres despiadados y salvajes, que su visión de la paz tiene sus raíces en la filosofía de Medemer[1] -la cual es básicamente un pacto de paz que busca la unidad en la humanidad– [2]. El pasado cuatro de noviembre, anunció que su gobierno iniciaría una acción militar en la región Tigray en contra del Frente de Liberación del Pueblo de Tigray (TPLF, por sus siglas en inglés).
El Frente de Liberación del Pueblo de Tigray ha tenido un papel central en la historia etíope. Tras un golpe militar en 1974, el régimen Derg, de corte socialista, se estableció en el poder. Las protestas en su contra eran constantes, pues la población se veía afectada con sus políticas establecias. En 1991 diferentes grupos étnicos formaron una alianza para obtener el poder; entre ellos estaba el Frente de Liberación del Pueblo Tigray (TPLF) y el Frente de Liberación del Pueblo Eritreo (FLPE).
El TPLF, después de la caída del régimen Derg, se posicionó en el núcleo de la nueva política del país, asimismo, fundó el Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope junto con la Organización Democrática del Pueblo Oromo, el Movimiento Democrático Nacional Amhara y el Frente Democrático de los Pueblos del Sur de Etiopía. Con su llegada al poder se estableció el federalismo étnico. El grupo se mantuvo en el gobierno del país hasta 2018.
El Frente de Liberación del Pueblo Tigray, que por años fue el líder en la política etíope, perdió su posición cuando Abiy Ahmed, en busca de darle un giro a la política del país, creó el Partido de la Prosperidad; organización a la que se unieron todos los partidos del Frente Democrático Revolucionario del Pueblo Etíope con excepción del TPLF, el cual quedó fuera de la toma de decisiones del gobierno central. Desde ese momento, el Frente de Liberación del Pueblo Tigray señaló que el gobierno federal ha acusado, perseguido y retirado de sus cargos injustamente a miembros de su frente.
Uno de los mayores puntos de quiebre en la relación entre el gobierno federal etíope y el TPLF se dio cuando, dada la contingencia sanitaria producto del COVID-19, el gobierno anunció que las elecciones generales, previstas para agosto de este año, se realizarán en el 2021. Lo anterior no fue reconocido por el TPLF y siguieron con la organización de los comicios, que fueron considerados por el gobierno de Abiy Ahmed como inconstitucionales.
La tensión entre el gobierno federal y la región de Tigray era evidente, en cualquier momento un conflicto armado se desencadenaría. Luego de que se asegurara que el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray atacó a tropas federales y trató de saquear activos militares, el cuatro de noviembre, el primer ministro, Abiy Ahmed, declaró que “Nuestras fuerzas de defensa… han recibido la orden de llevar a cabo su misión de salvar el país. Se ha cruzado el punto final de la línea roja. La fuerza se está utilizando como la última medida para salvar a la gente y al país”.[3]
Tigray, que limita con Sudán y Eritrea, se ha convertido, en dos semanas, en el centro de un conflicto, el cual Abiy Ahmed denomina una operación de “aplicación de la ley”, que no se prolongará por mucho tiempo. Hasta el momento la información que proporcionan ambas partes del conflicto es incierta y no se puede verificar; por parte del TPLF esto se ve imposibilitado debido a que desde el momento en el que se declaró el inicio de un ataque, el gobierno federal cortó todo tipo de comunicaciones para Tigray. El acceso para los medios de comunicación ha sido limitado y la información que logran proporcionar las partes es contradictoria.