La Revolución Cultural China: Introducción a la Reeducación

Elaborado por María Fernanda De la Peña, Alumna de Servicio Social del PUEAA

La Gran Revolución Cultural Proletaria mejor conocida como la Revolución Cultural China fue un movimiento llevado a cabo por Mao Tse Tung y la banda de los cuatro; conformada por dirigentes de alto nivel del Partido Comunista Chino. Tuvo lugar en 1966 y buscó hacer un cambio en la cultura de la sociedad China reestructurando la ciencia, la educación, la moral y las artes, a partir de las ideas maoístas. De igual forma las humanidades se vieron influidas por la estructura política comunista; en la producción cultural de la época se reforzaron los ideales políticos y la imagen de Mao Tse Tung, la cual se había debilitado tras el llamado “Gran Salto Adelante”.

La Revolución Cultural buscaba dar fin a los “cuatro viejos”: las costumbres, mentalidad, cultura y hábitos de la época de las dinastías, los cuales debían ser superados para llevar a la sociedad a una mejora. Lo anterior junto con la eliminación de la influencia capitalista y el pensamiento burgués.

El partido comunista buscó la creación un vínculo emocional y moral que naciera desde la población y estuviera dirigido hacia las representaciones artísticas de la China comunista, tomando en cuenta a la cultura como un aspecto social que ayuda a la construcción de una identidad, forjando un sentimiento de pertenencia. Mao Tse Tung se situó como una figura de culto que, por medio de sus postulados ideológicos, actuaba como una la luz que iluminaba el sendero de re-educación. De tal forma el libro rojo junto con las demás obras que expresaban el carácter del comunismo, se volvieron lecturas obligatorias en la educación.

La Revolución se caracterizó por la represión, así como por una severa educación a los intelectuales chinos, considerados como burgueses privilegiados que daban prioridad a sus objetivos particulares por encima de los intereses del partido. Debido a su formación académica el movimiento buscaba que colaboraran o que callaran sus ideas anticomunistas que impedían los avances nacionales.

Durante este proceso la educación jugó un papel muy importante, se consideró como el vehículo con el que se derribarían las barreras que impedían la llegada de la doctrina comunista a todos los estratos. De tal forma se consideraba que los conocimientos en las antiguas tradiciones, así como la creencia en elementos supersticiosos, tales como las doctrinas confucianas o la religión, se contraponían con los conocimientos modernos a los que se debía de llegar para progresar.

Sólo se podría llegar a una toma de conciencia por parte del pueblo si éste era instruido de la manera correcta y si se lograba moldear el pensamiento de la nación, es por ello que los jóvenes que vivieron durante esa época debían aprender no solo de la teoría sino también de la importancia de la práctica y el vínculo entre estas, trabajando en el campo para comprender y formar parte del trabajo de la clase obrera e involucrarse con ella.

Lo anterior aplicó de igual forma para los intelectuales, quienes debían integrarse con el pueblo para tomar conciencia de sus costumbres, y conocer e integrarse a su comunidad. Con lo anterior se buscaba situar a toda la sociedad en una sola masa homogénea que permitiera eliminar los privilegios de clase y alcanzar un carácter absolutamente comunista.

Si bien el proceso de educación se volvió más accesible para la población tras la aplicación de estrategias tales como la de la eliminación de los exámenes de ingreso, esta educación estaba sesgada por los lemas revolucionarios; se debía tener un pleno conocimiento de la doctrina y de los personajes que contribuyeron a su conformación teórica, así como su llegada al plano de la práctica.

En el campo de las artes se optó por hacer una limpieza general en materia de historia y cultura, en la cual se eliminó la herencia cultural china que estaba impregnada de elementos feudales e imperialistas. En materia de lenguaje se hizo una eliminación en los trazos de los ideogramas chinos, surgiendo el chino simplificado, con el cual se buscaba poner al alcance del pueblo los conocimientos de la lengua.

En el arte se buscó producir piezas que reflejaran los intereses de la revolución y que lograran acercarse al pueblo para despertar su interés y empatía por los postulados maoístas. Una forma de lograrlo fue recurriendo a aquellas representaciones artísticas que ya tenían popularidad en la sociedad, tal es el caso de la ópera y la literatura, en los cuales se suprimieron los valores del pasado sustituyéndolos por las enseñanzas modernas; ejemplos de esto es la Schachiapang, una composición para opera y La balada de Ouyang Hai, una novela escrita entre 1964 y 1965.

Esta nueva reformación de los valores de la sociedad China fue supervisada por los guardias rojos, un órgano bien educado en las premisas maoístas, que se encargaba de establecer el orden y cumplimiento de las mismas, vigilando la eliminación de los viejos elementos de la sociedad que le impedían el progreso. Conformada principalmente por jóvenes y campesinos, la guardia roja se encargó de velar por los intereses de la revolución cultural; dentro de las acciones que se les atribuye esta la destrucción de obras y representaciones que fueran en contra del ideal de modernidad, comenzando una erradicación de la vieja historia imperialista China

Fue así que antigüedades, templos, imágenes de Confucio y su doctrina, libros, manuscritos, obras sobre religión, etc., fueron destruidos o desprestigiados por la guardia roja, toda esta eliminación del pasado se tomó en cuenta como un aspecto necesario citando las palabras de Mao “Primero destruye, la reconstrucción vendrá por sí sola".

La Revolución Cultural fue un acontecimiento trascendental para la historia China, se ha llegado a considerar que fue durante ésta que se llevaron a cabo las verdaderas transformaciones revolucionarias en el seno del pueblo chino. No solo repercutió en diferentes aspectos de vida social abarcando diferentes estratos, sino que representó la implementación de una ideología que fue llevada hasta extremos lo suficientemente fuertes como para ser aún hoy día tema de debate, cuestionando por un lado si tuvo un carácter despótico o bien si era algo necesario e inevitable por el otro.


Bibliografía

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