La Nueva Ruta de la Seda .......¿Polar?

Por Jessica Ramos y Micheelle Volantín, Alumnas de Servicio Social del PUEAA

A principios de año, el gobierno de la República Popular de China anunció una nueva ramificación de su macro estrategia de infraestructura e inversión, el “One Belt, One Road” la Nueva Ruta de la Seda. Cualquier modificación o extensión de este proyecto siempre representa un nuevo nicho de oportunidad para la nación asiática, así como el estrechamiento de lazos con los países que se ven involucrados por el tránsito territorial, es así que el planteamiento de la “Ruta Polar de la Seda”, estableció una nueva vía de comercio marítimo por los mares de las inmediaciones del Polo Norte (BBC Mundo, 2018) con la cooperación del gobierno de la Federación Rusa. Aunque parezca un poco oportunista, la estrategia de Pekín en esa región ha cobrado importancia a raíz del cambio climático y el deshielo del Polo Norte, posibilitando el cruce marítimo por la región, lo que permitiría acortar el tiempo y costo del intercambio comercial con algunos de los principales socios (BBC Mundo, 2018). La publicación de un documento titulado Política de China para el Ártico, se considera como el primer comunicado oficial del país en donde se expresa su interés en la región rica también en recursos naturales; en el texto se planifica la inversión y cooperación con diferentes empresas para lograr el establecimiento de una ruta naviera que cruce el Polo Norte, se estima que las ganancias serían bastantes pues la nueva ruta podría reducir a 20 los 48 días que toma actualmente llegar a Rotterdam desde China por medio del Canal de Suez (BBC Mundo, 2018).

Considerando tales argumentos y beneficios ¿Cuál es el debate?, la problemática gira en torno a un factor muy simple: a pesar de sus “buenas” intenciones la República Popular de China no posee costas en el océano ártico. El documento añade que “todos los países” tendrán la posibilidad de utilizar esta vía de navegación y también el interés que tiene para cooperar de manera conjunta con las “naciones del ártico”, dentro de las cuales entendemos Rusia, Estados Unidos (EE.UU.), Canadá, Islandia, Suecia, Noruega, Finlandia y Dinamarca, sin embargo el proyecto se complica en tanto que estos países ya se disputan la exploración y explotación de este territorio el cual se estima posee una zona rica en petróleo y gas natural equivalente al 16 y 26% de las reservas terrestres no descubiertas (BBC Mundo, 2018). El documento presentado por el viceministro chino de Asuntos Exteriores, Kong Xuanyou, el gobierno anunció que espera jugar “un papel más importante en la expansión de la red de las rutas marítimas” y que dando por hecho las irremediables consecuencias del calentamiento global “las rutas marítimas del Ártico probablemente se conviertan en importantes vías de transporte para el comercio internacional” (RT, 2018). Las intenciones de la nación asiática en torno a la región del ártico datan desde el 2013, año en que la República Popular de China se convirtió en miembro observador del Consejo Ártico; sin embargo con la publicación del documento anteriormente mencionado, se expresa de manera explícita el interés del país en el desarrollo del petróleo, el gas, los recursos minerales y las energías no fósiles, así como la pesca y el turismo en la región (RT, 2018).

De manera bilateral y en apoyo hacia la nueva iniciativa, el portal Russia Today mencionó la importancia de la construcción de la nueva ruta polar de la seda, enfatizando su importancia geoestratégica y geoeconómica. El interés y creciente cooperación entre la Federación Rusa y la República Popular China se erige como una estrategia que pretende disminuir la influencia occidental de Estados Unidos y Reino Unido hacia una cooperación en los Balcanes (Jalife, 2018). Aunque la medida ha incrementado las disputas en la región, aún más de aquellos Estados occidentales que argumentan que China no es per sé un país ártico, los medios y autoridades del país asiático han logrado sortear las dificultades gracias al buen uso del discurso en donde se plantea que la nación es un país casi Ártico (Jalife, 2018). Si bien la medida no posee gran legitimidad en el escenario internacional cuenta con el importante respaldo de un socio estratégico: La Federación Rusa; por medio de la cual, se puede incrementar la cooperación entre ambas naciones y aprovechar la posición territorial en donde Rusia sí tiene reclamaciones legítimas en el Ártico. Bilateralmente, y con el beneplácito de Vladimir Putin, Xi Jinping ha mejorado y estrechado sus relaciones con los países escandinavos, a los cuales ofrece dar acceso a sus submarinos militares desde sus bases navales en el ártico (Jalife, 2018). ¿Cuáles serían los beneficios esperados? Principalmente un incremento en el grueso de las mercancías por el paso del norte, en 2017 se estimaba que se transportaron cerca de 10.7 millones de toneladas de carga por la Ruta Marítima del Norte, ante estas cifras, la Agencia federal de transporte fluvial y marítimo de Rusia, pronostica que para el año 2020, este volumen habrá crecido hasta 44 millones de toneladas y para 2030 hasta 70 millones de toneladas (Sputnik Mundo, 2018).


Bibliografía

BBC Mundo. (27 de Enero de 2018). Qué es la Ruta Polar de la Seda, el controvertido plan de China para explorar el Ártico y facilitar el comercio entre América, Asia y Europa. Obtenido de BBC News: Documento en línea

Jalife, A. (31 de Enero de 2018). La "ruta de la seda polar" de China: un "país casi ártico". Obtenido de Telesur: Documento en línea

RT. (26 de Enero de 2018). China quiere ahora crear la "Ruta de la Seda Polar". Obtenido de RT Noticias: Documento en línea

Sputnik Mundo. (28 de Enero de 2018). ¿Qué ganan Rusia y China con la Ruta de la Seda Polar? Obtenido de Sputnik Mundo: Documento en línea



Fecha de Publicación 02/11/2018