Herencia africana en México: La tercera raíz cultural

La presencia africana en México se ignora y se ha rechazado por varios siglos, pero no se puede borrar pues su herencia nació y creció con el país. Al llegar los españoles a México, miles y miles de esclavos negros fueron traídos en contra de su propia voluntad, principalmente a las zonas costeras. Justo en ese momento se empezó a escribir la historia del mestizaje en México entre indígenas, españoles y africanos.

Miles de hombres y mujeres bantúes del centro de África, mandingos y wolofs del área occidental de África, se les fue arrebatada su cultura para esclavizarlos en nuestro país sin saber que sus raíces sobrevivirían y prosperarían hasta la actualidad.

Al ser esclavos carecían de derechos, se les consideraba “objetos” aptos solo para trabajos inhumanos y muchas veces la convivencia sexual, que en muchas ocasiones era obligada, dio como resultado el mestizaje que cargamos en nuestra sangre hoy en día.

A pesar de las condiciones abrumantes en las que los africanos fueron atrapados, transportados y esclavizados, no fue un impedimento para mantener viva su esencia a escondidas, lo único que les daba fuerza día con día eran sus raíces que siguen presentes, en especial la música y la religión fue lo que conservaron más vivo. Así pues, la música africana invadió no solo a México sino a todo el continente con géneros como el jazz, la salsa, el merengue, la samba, entre otros, fueron el legado de nuestros antepasados.

La danza de los diablos y el baile o fandango de artesa, que se escenifican en algunas regiones de la Costa Chica de Guerrero, son de origen africano. En Tabasco, los chontales tocan un tambor grave, uno medio, y uno agudo, tal y como se hace en Nigeria. En Veracruz está la llamada “danza de negritos”, es la expresión artística de los indígenas ante los esclavos, la historia de cómo ve el indígena la llegada del africano.

Y no sólo el baile llegó como herencia cultural desde África, también existen influencias en nuestro idioma, por ejemplo “la bamba”, además de ser una famosa melodía veracruzana, es el nombre de varias ciudades del Congo, la palabra “cafre”, con la que los mexicanos nos referimos a quien conduce sin precaución, es un grupo poblacional de Tanzania, lo mismo sucede con “chamba”, palabra que utilizamos como sinónimo de trabajo, que a su vez denomina a un pueblo de Burkina Faso.

Dicho todo esto, es necesario reconocer nuestras raíces africanas, estamos en contacto con África día con día, desde la gastronomía hasta nuestras expresiones, es hora de reconocer quiénes fueron nuestros antepasados pues tenemos una deuda histórica con los miles de esclavos que llegaron a México.

Somos más negros de lo que pensamos, la cultura africana en México tiene sus raíces tan profundas y vivas que son palpables todavía y lo seguirá siendo por muchísimos años más. Nuestra historia se ha reducido al mestizaje español e indígena pero la realidad es que somos mucho más diversos que eso, ha llegado el momento de darnos cuenta que nuestra tercera raíz es igual de preciosa y enriquecedora que las otras.

Gracias a África, México es hoy.


Fuente

Velázquez, M. E., & Iturralde, G. (2012). Afrodescendientes en México: Una historia de silencio y discriminación (1.a ed.). CONAPRED. Documento en línea

Palacios, S. (2017, 5 abril). Legado africano. Revista Cambio. En línea