A penas consumada la independencia de las colonias portuguesas de África en 1975, Angola se internó en una larga y violenta guerra civil. Como muchos conflictos de mediados del siglo XX, la Guerra Civil Angoleña se vio rápidamente involucrada en la Guerra Fría, en la que Estados Unidos y sus aliados, a la cabeza del bloque capitalista, se disputaban el control de distintas zonas del mundo con la URSS y sus aliados, que lideraban el bloque comunista.
La Guerra Civil Angoleña es uno de los escenarios más complicados de comprender en la historia contemporánea de África por la multiplicidad de actores e intereses que se vieron envueltos. Por un lado, había tres actores internos en conflicto que lucharon por la independencia y que tras su consumación se disputaron el poder entre sí: el Movimento Popular de Libertação de Angola (MPLA), guerrilla comunista al mando de Agostinho Neto; el Frente Nacional de Libertação de Angola (FNLA), guerrilla nacionalista comandada por Holden Roberto y la União Nacional para a Independência Total de Angola (UNITA), guerrilla conformada mayoritariamente por gente de la etnia ovimbundu, liderada por Jonas Savimbi, que pasó de simpatizar con el maoísmo a ser anticomunista.
Por otro lado, desde los albores de la independencia angoleña varios países habían apoyado directa o indirectamente a alguno de los frentes mencionados. No obstante, la intervención extranjera aumentó y se modificó con el inicio de la Guerra Civil, de tal suerte que en ésta terminaron participando activamente cinco países: la Unión Soviética, Cuba, Estados Unidos, Sudáfrica (gobernada por el régimen del apartheid) y República Democrática del Congo (en ese entonces Zaire).
Angola, como otras colonias portuguesas, alcanzó la independencia inesperadamente luego de la Revolución de los Claveles que derrocó al dictador portugués António de Oliveira Salazar en Lisboa en 1974. No obstante, las tres guerrillas que lucharon por la independencia (MPLA, FNLA y UNITA) seguían compitiendo entre sí por el poder por razones étnicas y políticas. La inestabilidad provocada por el vacío de poder de la atropellada independencia dio pie a que estos tres frentes se siguieran enfrentando entre sí con sus distintos aliados.
Los primeros enfrentamientos que dieron inicio a la Guerra Civil se presentaron a finales de enero de 1975, apenas quince días después de que el Acuerdo de Alvor fue firmado para consumar la independencia de Angola y un gobierno provisional en coalición con las tres guerrillas. La desconfianza entre los bandos había crecido y la disputa por el poder estalló nuevamente. El MPLA comunista, el FNLA nacionalista y la UNITA de la etnia ovimbundu, buscaban tener el control de Luanda, la capital. Entre enero y julio de 1975, Estados Unidos, Zaire y Sudáfrica contribuían activamente al tráfico de armas que abastecería al FNLA y a la UNITA, mientras que el MPLA tenía apoyo en entrenamiento y provisiones por parte del bloque comunista, especialmente de Cuba y de la Unión Soviética.
El resultado de estas alianzas fue que para el mes de julio de 1975 el MPLA, comandado por Agostinho Neto, tuviera el poder de Luanda y de la mayor parte de las provincias de Angola, obligando al FNLA de Holden Roberto a replegarse al norte y al UNITA de Jonas Savimbi a resguardarse en el sur. El escenario geopolítico se volvió más tenso y Sudáfrica, entonces gobernada por el régimen del apartheid y en medio de una guerra contra Namibia y su partido independentista y comunista (SWAPO), empezó a tener cada vez más intereses en Angola, pues constituía un punto estratégico para combatir al partido namibio. El primer ministro de Sudáfrica, B.J Vorster, con el pretexto de proteger al personal sudafricano que trabajaba en proyectos de infraestructura en Caluqeue, en el extremo sur de Angola, mandó tropas a la zona en agosto de 1975. Pronto, Vorster empezó a ver en la UNITA, ya de corte anticomunista y ubicada en la frontera con Namibia, una vía para combatir a la organización enemiga y la posibilidad del expansionismo comunista en el sur de África.