El té en Asia

Cuando pensamos en el llamado oriente, no es inusual pensar en té. Solemos creer que el mundo llamado occidental bebe café y que el resto consume té. Esta división simplista no surge por casualidad. El té es, efectivamente, una bebida originalmente asiática. Descubramos un poco más de esta bebida en el continente más grande de nuestro planeta.

Cuenta la leyenda, que el emperador chino Shen Nong descubrió por accidente el té cuando hojas de la Camellia sinensis cayeron dentro de un cuenco con agua hirviendo hacia el año 2737 a.C. Es a ese emperador al cual se le atribuyen también la agricultura y el descubrimiento de plantas medicinales y venenosas. Separar realidad de ficción llega a ser difícil en algunas ocasiones. Sin embargo, es un hecho que el té empezó a consumirse en China hacia el tercer milenio antes de nuestra era. El té surgió en Asia y fue a partir de China que comenzó a difundirse.

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Imagen representando al emperador Shen Nong. Imagen rescatada de: https://www.zambeza.es/

Durante las dinastías chinas Han y Jin de los siglos III a.C. al VI d.C., el té se bebía de manera medicinal y comenzó a ser parte de la vida cotidiana en China. Su demanda aumentó y en el siglo IV se extendió su cultivo en la provincia de Sichuan. El comercio internacional de esta planta se empezó a registrar en el año 476 d.C. cuando mercaderes turcos la intercambiaban por otros bienes en la hoy llamada ruta de la seda. En esa misma época, monjes budistas integraron el té a sus prácticas religiosas porque ayudaba a mantenerlos despiertos en la meditación. El té se convirtió en una bebida social y su demanda aumentó.

Fue en la dinastía Tang (entre los años 618 y 907) que el impacto del té en la sociedad, la economía y la vida cotidiana se hizo más evidente. El té se convirtió en la primera forma de pago de impuestos en la China imperial. Sin embargo, la siembra de arroz coincidía con la cosecha de té y para poder pagar el tributo al emperador, los campesinos tuvieron que descuidar el arroz, generando hambruna. El té era tan relevante ya para la economía de lo que hoy conocemos como China que la ruta que iba del occidente chino al Tíbet y de Sichuán a Siberia, pasando por Mongolia, el Turquestán y Siberia fue llamada la ruta del té y de los caballos. Esta ruta se empleó del año 700 a 1960.

Con el paso de los años, el valor del té comenzó a ser aún mayor. Durante las dinastías Son y Yuan (960-1368), el té se asoció con la elegancia y sofisticación. En 1074 se intercambiaron 20,000 caballos por 7 millones de kilos de té. Era tal el valor de las hojas de Camellia sinensis que el ladrillo de té comprimido comenzó a usarse como moneda en el Tíbet. Fue en esas dinastías que el té pasó a ser una parte integral de las comidas y se le empezó a agregar leche.

Junto con el té, una serie de tradiciones sociales y culinarias comenzaron a desarrollarse. A su vez, un nuevo elemento fue tomando más valor: las teteras. El desarrollo de recipientes que redujeran el sabor amargo del té fue una revolución en china, dando lugar a las teteras de arcilla rojiza conocidas como Yixing en las dinastías Ming y Qing (1368-1911). El mayor interés en el té y las modificaciones que pudieran hacerse en cualquier paso relacionado con esta planta dio origen a nuevas maneras de producir tés negro y oolong.

Actualmente, China es el primer productor mundial de té con cerca de 2 millones de toneladas métricas anuales. Este gigante asiático produce 6 tipos diferentes (blanco, verde, amarillo, oolong, negro y Pu erh). El 15% del té chino es exportado y los principales compradores son Estados Unidos y Canadá. El consumo per cápita de té en China ronda los 1.2 kilos al año.

Pero China no es el único exponente del té de relevancia en Asia. En el año 794 de nuestra era llegó el té al archipiélago japonés de la mano de los monjes budistas japoneses Saicho y Kukai. Ellos probaron por primera vez el té durante sus estudios en China. Al volver a casa, llevaron unas hojas consigo y se las dieron a probar al emperador Saga. Con ello, él fue el primer dirigente nipón en probar el té y fomentó su consumo. Sin embargo, en el siglo IX, las relaciones sino japonesas fueron fuertemente afectadas y la compra de té chino cesó por completo.

Fue hasta el siglo XII que el té renació en Japón gracias a Eisai Myoan, el monje japonés fundador de la filosofía Zen. Él llevó semillas de té a Japón e introdujo el protocolo chino de presentación de té. A su vez, escribió el libro de té más antiguo de Japón: Kissa Yojoki. En el siglo XIII, los guerreros adoptaron el budismo Zen y reforzaron el consumo del té. Dicha infusión comenzó a ser una fuente de entretenimiento.

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Eisai Myoan. Imagen obtenida de: https://tse1.mm.bing.net/

Murato Shuko, maestro zen, fue el padre de la ceremonia japonesa del té en el siglo XV. En ella integró dos conceptos centrales en la cultura japonesa: wabi (la belleza en la imperfección) e ichigo ichie (cada encuentro es único e irrepetible). Un siglo después, Sen Rikyu, estricto practicante del wabi, fomentó el uso de cabañas de té, en las cuales era necesario agacharse para poder entrar, recordando la igualdad entre las personas. Junto con estas cabañas, desarrolló las 7 reglas del té.

Actualmente, la producción japonesa de té se caracteriza principalmente por el té verde, del cual hay diferentes grados. Es el país que produce té de manera más eficiente (mayor número de kilogramos de té por hectárea cultivada).

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Ceremonia japonesa de té. Imagen obtenida de: https://tse4.mm.bing.net/

Otro país de gran relevancia para el mundo del té asiático es Indonesia. El archipiélago más grande del mundo, con más de 17,500 islas, tiene un PIB que depende en 14% de la agricultura. Los productos más característicos son el té, el café, el aceite de palma y especias como la canela.

Los neerlandeses comenzaron a llevar semillas de té de India a la isla de Java y a la isla de Sumatra en el siglo XVIII, en la época colonial. La Compañía Holandesa de las Indias Orientales tenía un control monopólico y cuasi gubernamental en la zona. Se intentó sembrar semillas chinas de camellia sinensis (el arbusto del té), pero las semillas indias resultaron más aptas para la actual Indonesia.

Actualmente, Indonesia produce todo tipo de grados de té. Sin embargo, los tés de Java suelen ser de mejor calidad, similar a la calidad de los tés de Sri Lanka y del sur de India.Los tés verdes pueden llegar a ser tan buenos como un Gyokuro japonés y las mezclas hechas con jazmín son muy reconocidas. Las infusiones de Indonesia suelen ser brillantes, con colores dorados y sabores muy potentes.

Indonesia produce principalmente té negro; cerca del 75%. El archipiélago produce alrededor de 154,000 toneladas de té al año, siendo de los primeros 10 productores a nivel mundial. El 65% de su producción se exporta, pero el consumo interno es muy relevante.

El mundo del té no puede comprenderse sin entender la producción y consumo de esta bebida en Asia. Otros gigantes exponentes de esta planta son India, Taiwán, Sri Lanka, Nepal, Bangladesh y Vietnam. De esos países salen tés de gran calidad y producciones no tan frecuentes en los países presentados con mayor profundidad en este escrito. El té negro de India, usualmente mezclado con especias, da origen al renombrado masala chai. El té oolong, también conocido como té azul, es característico de la isla de Formosa. Por otro lado, la calidad del té ceilanés es reconocida a nivel mundial indiscutiblemente.

Intentar abordar el tema del té en Asia en un escrito es difícil. Las implicaciones económicas, culturales, ecológicas e históricas que tiene esta planta son enormes y vale la pena adentrarse en el estudio de esta infusión para comprender mejor la historia y la economía del continente asiático.

Referencia

Escuela Mexicana de Té, 2021 https://escueladete.com.mx/