El papel actual de la mujer en China y el surgimiento de movimientos feministas: desafíos y retos

En el transcurso de la última década ha surgido en China una importante ola de movimientos y protestas feministas en respuesta a la diversidad de retos que enfrentan las mujeres dentro de la sociedad china. Las mujeres chinas han levantado sus voces acerca de los temas relacionados con los derechos de las mujeres y la equidad de género, lo cual ha comenzado a tener un gran impacto dentro del país.

Dentro de estos movimientos han tenido lugar diversas expresiones y sucesos, siendo uno de los más relevantes el activismo de las “Cinco Feministas”, mujeres que fueron encarceladas durante 37 días debido a la distribución de información sobre igualdad de género y acoso sexual bajo la acusación de “provocar problemas”. Dicha detención en 2015 fue conocida ampliamente tanto a nivel nacional como internacional, sentando las bases para movimientos como el #MeToo en China [1].

En los últimos años, estas protestas han encontrado un espacio dentro de las redes sociales, ya que a partir de estas plataformas se ha logrado una difusión mucho más amplia acerca de temas que previamente no eran abordados de manera común por ser considerados como tabúes. Esto ha permitido que las experiencias de estas mujeres sean difundidas, dando una mayor visibilidad a dicho discurso dentro de la sociedad en general.

Uno de los espacios recientes de mayor alcance para el activismo feminista ha sido la plataforma digital Weibo, donde se ha demostrado que pueden generarse nuevos espacios de discusión sobre temas de género. Esto resulta relevante debido al gran alcance que tiene la plataforma dentro de China, en la cual se permite un espacio más horizontal de diálogo [2].

Sin embargo, el panorama que enfrentan las mujeres en China que han formado parte de este movimiento no ha sido sencillo en absoluto. Al desafiar la visión tradicional acerca del papel de la mujer en la sociedad china, no sólo han tenido que hacer frente a amenazas y antagonismos por parte de aquellos opositores a estas ideas, sino también a importantes censuras por parte del gobierno al implicar una perturbación del orden social.

Por un lado, los valores confucianos de jerarquía social que situaban a la mujer en una posición inferior fueron una constante en la China antigua, donde las mujeres estaban sujetas a un sistema social patriarcal donde sus actividades se limitaban al hogar y áreas privadas designadas. Dichos principios no fueron cuestionados hasta inicios del siglo XX con el inicio del movimiento feminista chino, el cual fue posteriormente incorporado a la gran causa de liberación nacional parte del Partido Comunista Chino a partir de lo conocido como feminismo de Estado [3].

Con la Revolución Cultural, si bien las mujeres tuvieron un progreso significativo a partir de su participación dentro de la fuerza laboral, lo cierto es que su bajo estatus social persistió, lo cual se vio reflejado en los infanticidios femeninos como resultado de la política de un hijo establecida en la época [4]. Posteriormente, con la apertura comercial del país iniciada en la década de 1970, se presenciaron cambios importantes en la estructura gubernamental y social. Este proceso, si bien garantizó una mayor libertad de elección para hombres y mujeres, los mercados laborales también estimularon nuevas formas de discriminación de género.

En cuanto a la posición del gobierno, si bien incluso dentro de la Constitución que actualmente rige al país queda establecido en su artículo 48° que: “En la República Popular China la mujer goza de iguales derechos que el hombre en la vida política, económica, cultural, social y familiar. El Estado protege los derechos e intereses de las mujeres, pone en práctica el principio de igual salario por igual trabajo entre hombres y mujeres y prepara y promueve cuadros de entre las mujeres”, la realidad dista mucho de este hecho. Al considerarse como prioridad la estabilidad social, el Estado chino no ha oscilado en poner fin a todo lo que represente una amenaza para dicha estabilidad.

A pesar de que el papel de la mujer en China ha tenido cambios sustanciales en el último siglo, la realidad es que aún existe un largo camino por recorrer para llegar a mejores condiciones para las mujeres en todos los ámbitos, ya que aún persisten las desigualdades laborales, el acoso sexual y la violencia doméstica, entre otros problemas relacionados con la desigualdad de género. Ante ello, las activistas en China han usado su voz como el principal mecanismo para cuestionar y hacer frente a las actuales condiciones que enfrentan.

Las voces feministas en China, al ser silenciadas y cuestionadas continuamente no sólo debido a los estereotipos profundamente arraigados, sino también debido al propio proyecto de Estado, se enfrentan a desafíos mayúsculos. Sin embargo, ante ello también han mostrado su persistencia por seguir buscando un cambio.


Notas

[1] Lindberg, Frida. Women’s Rights in China and Feminism on Chinese Social Media, Suecia, Institute for Security and Development Policy, 2021, p. 3.

[2] Lixian, H. “On Fire in Weibo: Feminist Online Activism in China”. Economic and Political Weekly. 50 (17), 2015, 79-85.

[3] Yifei, Shen. Feminism in China. An Analysis of Advocates, Debates and Strategies, Friedrich-Ebert-Stiftung, 2016, p. 2.

[4] Li, Yunhui. “Women’s Movement and Change of Women’s Status in China”, Journal of International Women’s Studies, 1 (1), 2000, p. 33.


Fuentes

Li, Yunhui. “Women’s Movement and Change of Women’s Status in China”, Journal of International Women’s Studies, 1 (1), 2000, pp. 30-40.

Lindberg, Frida. Women’s Rights in China and Feminism on Chinese Social Media, Suecia, Institute for Security and Development Policy, 2021, 10 pp.

Lien Tan, P. “Estatus social, papel y lenguaje de las mujeres chinas”. Estudios de Asia y África. XL (2), 2005, pp. 379-394.

Lixian, H. “On Fire in Weibo: Feminist Online Activism in China”. Economic and Political Weekly. 50 (17). 2015, 79-85.

Yifei, Shen. Feminism in China. An Analysis of Advocates, Debates and Strategies, Friedrich-Ebert-Stiftung, 2016, 25 pp.