¿Cómo se creó el universo? Dos mitos africanos

Quizá en estos días la pregunta que menos nos hacemos es, “¿cómo se creó el universo?” Pues con tantas teorías científicas y con tantos tipos de creencias religiosas, es una cuestión que ya no nos preocupa porque existen muchas respuestas, pero en la antigüedad esto era muy diferente, porque saber de dónde veníamos o a quién había de agradecer por lo que teníamos, era sumamente importante.

Como comenté, actualmente, de acuerdo con las teorías científicas ya sabemos como surgió el universo y aún si no creemos en ello, también conocemos quién pudo haber creado este universo, sin embargo, ¿qué pensaban antes en África? Y, ¿cuál fue su explicación al origen del universo? Lee a continuación estos dos mitos africanos.

Egipto

Según la cosmogonía de Heliópolis (una de las ciudades más importantes del antiguo Egipto y sede de uno de los centros religiosos más importantes), en el principio se encontraba Atum dentro del nun, el océano primordial, sumergido en una gran oscuridad, entonces se creó Atum así mismo y después de ello, del nun surgió una colina primordial. Entonces, se crearon los dioses Shu, dios del aire, y Tefnut, diosa de la humedad, de un estornudo u orgasmo del dios Atum (esto depende de la de los textos que se consulten).

Estas tres deidades vivieron en armonía hasta que un día los hijos de Atum cayeron en el nun, por lo que el dios, llorando de pena, los fue a buscar. Cuando los encontró derramó lágrimas de felicidad de las cuales surgieron los hombres y las mujeres que poblarían el mundo.

Shu y Tefnut, engendraron a dos hijos: Geb, dios de la tierra y Nut, diosa de los cuerpos celestes, que a su vez tendrían como hijos a las estrellas, pero estas fueron devoradas por Nut, lo que provocó la terrible ira de su hermano, Geb y para detener el conflicto, Shu los separó.

Una vez reconciliados, concibieron a Osiris, Seth, Isis y Neftis, dioses y diosas que rigieron al mundo humano en sus primeros años y que les dieron sentido a otros mitos.

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África occidental

Específicamente, en lo que hoy en día es Nigeria, se establecieron varias tribus yoruba, término que hoy en día comprendemos como una religión que ha logrado ganar adeptos en Latinoamérica debido a la compra venta de esclavos africanos.

Sin embargo, antiguamente, estas tribus tienen una cosmogonía muy interesante y su mito de la creación no es la excepción. Los yorubas llamaron a sus deidades, Orishas, término que podría traducirse como “dueños de la cabeza” y actualmente se sabe que existen poco más de 400 orishas.

De acuerdo con el mito de la creación, al inicio existían lo dioses Olorun (deidad de los cielos) y Olokun (deidad del abismo acuático), ellos engendraron a dos dioses: Obatalá y Orunmila. El primero le pidió permiso a su padre para crear la Tierra y así, conectar los cielos y el abismo acuático, a lo que su padre lo envió a buscar consejo con su hermano Orunmila (dios de las profecías). Este le entregó una lista de 7 objetos necesarios para crear la Tierra: una larga cadena de oro, una concha de caracol llena de arena, una gallina blanca, un gato negro y una semilla de palmera; su hermano le dio seis de los siete objetos en una bolsa.

Obatalá acudió a los dioses quienes le entregaron su oro para hacer una cadena que ató a una nube y comenzó a descender del cielo, sin embargo, la cadena no llegaba hasta el abismo acuático y cuando Obatalá se percató de ello, escuchó desde el cielo a su hermano Orunmila indicarle que debía verter la arena de la concha y soltar a la gallina para que excavara. Es así, que se crearon las colinas y valles, entonces Obatalá saltó a una de las colinas para admirar la tierra y después plantó la semilla de palma que creció y esparció más semillas provocando que se extendieran por toda la tierra.

El dios, fascinado por su creación, se estableció en la tierra junto al gato negro y cuando comenzó a aburrirse excavó hasta encontrar arcilla, con la que modeló personas como él para hacerle compañía, sin embargo, trabajó tanto que cuando se detuvo a descansar el gato negro le ofreció las alegrías del vino de palma y el dios comenzó a beber desmesuradamente.

Después de una noche de beber y bailar, el dios cayó en estado de estupor y continuó moldeando personas, que ahora estaban llenas de imperfecciones. Sin embargo, el dios de los cielos, al percatarse de que su hijo no volvía, envió a su hermano a la Tierra donde él, creó todo lo que nada por el agua, todo lo que se arrastra por el suelo y todo lo que vuela por el aire.

Cuando Obatalá, regresó en sí, ofendido por lo que Orunmila había hecho (por petición de su padre), subió a los cielos a reclamarle, pero ante la indiferencia de su padre por su ira, le pidió entonces que les diera vida a sus creaciones de arcilla. Sin embargo, al regresar a la tierra se percató de lo que había hecho y se convirtió en el protector de la humanidad, de sus enfermedades, desgracias y defectos que se explican debido al día en que el creador bebió demasiado.

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Fuentes

Astiz, S. (2019). Cosmogonías y mitología del Antiguo Egipto. Metáforas y Símbolos de la Historia del Arte, 11, 29–32. Documento en línea

García, D. (2019, 4 julio). Y Dios estaba borracho, mito de la creación yoruba. Mitos y más. En línea

Hernández, V. (2014). El mito de la creación yoruba. Historiarum. Disponible en: En línea