Reflexiones sobre el Orientalismo de Edward Said

Elaborado por Cinthya Romero, Alumna del Servicio Social del PUEAA

¿Cómo ha influido nuestra percepción occidental de Oriente en la construcción de estereotipos y en la comprensión de culturas diferentes? Analizaremos esta cuestión a través de la perspectiva del orientalismo, un término que el autor palestino Edward Said ha estudiado en profundidad en su obra homónima en 1978. Dicha investigación identificó diversas formas de orientalismo que han moldeado la representación del Medio Oriente en la academia y cultura occidental.

Es importante mencionar que el concepto de Medio Oriente dependerá de los fines de cada estudio. En esta ocasión, se observa a Medio Oriente como un término geopolítico en constante cambio, por lo que, de acuerdo al contexto del momento, se hacen divisiones artificiales distintas. Esta designación geográfica fue popularizada en el siglo XX. La expresión "Medio Oriente" se utilizó inicialmente para describir la región ubicada entre el Lejano Oriente (Asia Oriental) y el Oriente Próximo (cercano a Europa), este último, implicando una centralización del mundo, es decir, lo que ahora conocemos como visión eurocéntrica. Por consiguiente, ha sido una “zona de interés”, en específico, primero una zona de interés británica y después estadounidense. (Leciner, 2006, p. 2)

Asimismo, tampoco existe un acuerdo común para la delimitación de la zona y de los países que lo conforman. Sin embargo, para el fin de este estudio, se considera el dado por Sierra Kobeh, quien además de incluir criterios de carácter económico, político y estratégico, también considera añadir el carácter cultural. Con esto en cuenta, la autora menciona que la limitación geográfica de esta zona consiste en:

La porción Occidental de Asia, desde Irán al Mediterráneo; todo el norte de África, desde Egipto a Sudán hasta Marruecos, la República de Saharaui y Mauritania, en la costa Atlántica. Además, incluye a los países predominantemente musulmanes: Irán y Turquía, al norte; al sur Líbano, Jordania, Siria, Iraq, Israel, estados palestinos ocupados Cisjordania y Gaza, y Arabia Saudita, Kuwait, Bahréin, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos (Abu Dhabi, Ajmán, Dubai, Fujairah, Ras al-Khaimah, Sharjah, Umm al Qaiwain), así como el sultanato de Omán y la república de Yemen. Asimismo, los Estados árabes del norte de África: Marruecos, Túnez, Argelia, Libia, Egipto, Sudán, Mauritania y la República Democrática Árabe Saharaui. (Sierra Kobeh, 2002, p. 15)

En este sentido, Edwad Said (1978) plantea que “el orientalismo es un estilo occidental que pretende dominar, reestructurar y tener autoridad sobre Oriente” (p. 21). Este dominio, según Said, está intrínsecamente vinculado al concepto de “discurso” que Michel Foucault describe en “L'Archéologiedu savoir y en Survei/ler el punir", la cual sugiere que las estructuras de poder se mantienen y reproducen a través de la producción, control y regulación del conocimiento, y las prácticas discursivas en la sociedad. Así, el autor menciona que este discurso:

Se produce y existe en virtud de un intercambio desigual con varios tipos de poder: se conforma a través de un intercambio con el poder político (como el estado colonial o imperial), con el poder intelectual (como las ciencias predominantes: la lingüística comparada, la anatomía o cualquiera de las ciencias de la política moderna), con el poder cultural (como las ortodoxias y los cánones que rigen los gustos, los valores y los textos); con el poder moral (como las ideas sobre lo que «nosotros» hacemos y «ellos» no pueden hacer o comprender del mismo modo que «nosotros». (Said, 1978, pp. 34-35)

El impacto del orientalismo no se limita a la percepción de los occidentales, sino que también afecta la percepción interna de la zona, debido a los antecedentes imperialistas.

Said conceptualiza esta construcción como "Orientalismo imaginativo", una imagen basada en fantasías y proyecciones culturales, identificando tres factores clave: prejuicios antiárabes y anteislámicos en Occidente, la lucha entre árabes y sionismo israelí, y la falta de predisposición cultural para identificarse con los árabes e Islam (Said, 1978, p. 52).

Ahora bien, el Oriente ha sido representado de una manera muy específica, en la que los occidentales han establecido una imagen de los pueblos y culturas orientales que está basada en prejuicios, estereotipos y una supuesta superioridad occidental, lo que ha llevado a la percepción de que los pueblos orientales son ajenos y extraños. Said conceptualiza esta construcción como "Orientalismo imaginativo", una imagen basada en fantasías y proyecciones culturales, identificando tres factores clave: prejuicios antiárabes e anteislámicos en Occidente, la lucha entre árabes y sionismo israelí, y la falta de predisposición cultural para identificarse con los árabes e Islam (Said, 1978, pp. 52).

Por otro lado, es esencial considerar la división imaginaria entre el Este y el Oeste como un mecanismo que ha justificado la dominación y opresión de los pueblos orientales. Esta relación de poder, junto con la hegemonía occidental, ha llevado a la creación de una representación de Oriente que justifica el imperialismo y la explotación en ámbitos como la literatura, historia, filosofía, arte y política, como ya se mencionó anteriormente.

En la actualidad, esta polarización persiste, sirviendo para justificar intervenciones y ocupaciones por parte de potencias occidentales en los países orientales. Estas intervenciones han llevado a la imposición de modelos políticos y económicos occidentales en los países orientales, sin tener en cuenta sus particularidades culturales y políticas. Asimismo, por parte de los orientales, se ha creado una sensación de resentimiento y de rechazo hacia Occidente que han tenido como consecuencia la creación de tensiones y conflictos. Social y culturalmente, se ha gestado una falta de comprensión y tolerancia hacia las culturas orientales, perpetuando estereotipos.

Por ende, insto a cuestionar los paradigmas tradicionales y a romper con los estereotipos culturales, así como a abandonar los juicios de valor y prejuicios que han permeado nuestra sociedad. Solo así podremos superar la visión sesgada que Occidente ha mantenido sobre el Oriente a lo largo de los siglos.


Referencias

Laciner, S. (2006). Is There a Place Called ‘the Middle East’? En línea

Said, E. W. (1978). Orientalismo. 2da. Edición. DeBolsillo. Pp. 19-81.

Sierra Kobeh, M (2002). Introducción al Estudio de Medio Oriente. Capítulo 1. UNAM. México. Pp. 11-20