El Neoconservadurismo ruso: De la Dualidad Histórica a la Visión Putinista

Elaborado por Cinthya Romero, Alumna del Servicio Social del PUEAA

La sociedad rusa ha atravesado por diversos cambios durante las últimas tres décadas, mostrando un giro social durante ese período hasta finalmente convertirse en una nación ultraconservadora y nacionalista bajo el régimen de Vladimir Putin. La persistencia del legado monárquico y el resurgimiento de la fe ortodoxa han cimentado este nuevo conservadurismo. Por ello, cuestiones como el resurgimiento de la religión ortodoxa y su influencia en la sociedad, así como el pasado zarista y comunista, le han dado estructura a la Rusia de hoy.

La fe ortodoxa, el pasado zarista y el neoconservadurismo

A pesar que, en Rusia religión y Estado están oficialmente separados según la Constitución, bajo el gobierno de Putin, la Iglesia Ortodoxa Rusa parece ser una especie de religión estatal (Ricking, 2016). La Iglesia Ortodoxa Rusa ha experimentado un resurgimiento significativo en las últimas décadas y se ha observado un aumento en su influencia en la sociedad rusa. Después del derrumbe comunista, la Iglesia Ortodoxa se convirtió en el gran aliado del Estado en su lucha por preservar los “valores tradicionales” (Infobae, 2021).

Hoy en día cuenta con una gran cantidad de seguidores, entre ellos, la comunidad cosaca, cuya etnia y cultura resurgió después del colapso de la Unión Soviética; fue específicamente en el siglo XXI, bajo el presidente ruso Vladimir Putin, que los cosacos retomaron sus relaciones históricas con Moscú (Britannica, 2023). Los cosacos han sido históricamente asociados con el conservadurismo, tanto en términos culturales como políticos, y también la fe cosaca se corresponde con la Iglesia ortodoxa rusa, y los cosacos se consideran a sí mismos como protectores de esta fe junto con los valores tradicionales que se alinean con este conservadurismo.

Aunado a ello, la sociedad rusa ha experimentado un proceso de reevaluación de su historia y memoria colectiva, lo que ha llevado a debates sobre cómo abordar y reconciliar el legado del zarismo. La figura del zar Nicolás II ha resurgido como símbolo del renacer de la Ortodoxia, con una reivindicación social, política y moral. De hecho, el zar junto con su familia imperial fue canonizada, decisión tomada en parte debido a su "resignación" ante su ejecución (Fernández, 2000). Esto también ha demostrado que parte de la sociedad rusa ve a este tiempo como un modelo para la Rusia del futuro. Sin embargo, la posición de población con respecto a la idea de regresar a una monarquía es diversa y compleja; algunos consideran que la monarquía constitucional permitiría consolidar los valores tradicionales, pero, por otro lado, otros ciudadanos defienden fervientemente el regreso de la monarquía absoluta.

En este sentido, la Iglesia Ortodoxa Rusa ha sido utilizada como una herramienta política para fortalecer el poder del gobierno y promover un nuevo tipo de conservadurismo social y cultural, caracterizada por un enfoque en la restauración de los valores tradicionales, la identidad nacional y la fe ortodoxa, rechazando movimientos como el feminista y el de la comunidad LGBTIQ+.

La visión Putinista

La Rusia actual tiene en sus cimientos tanto a la Rusia comunista como la monárquica, lo que ha dado pie al actual nacionalismo ruso. Vladimir Putin ha expresado opiniones y tomado medidas que reflejan una visión matizada de estos períodos históricos. Por un lado, Putin ha criticado aspectos del legado comunista, como la represión que acompañó el nacimiento del estado soviético y la ejecución del último zar. Pero también, ha considerado la desaparición de la URSS como la mayor tragedia geopolítica del siglo XX (EFE, 2021); sin embargo, el regreso al socialismo no es una opción para él.

Por otro lado, el mandatario también ha mostrado admiración por figuras históricas asociadas con el pasado zarista. Por ejemplo, se ha comparado a sí mismo en diversas ocasiones con el zar Pedro I el Grande, conocido por haber llevado adelante la modernización de Rusia y por transformarla en un imperio (Aragonés, 2022).

De igual forma, se ha observado que el mandatario ha identificado el nacionalismo, la religión y la familia como valores clave en la consolidación de la identidad rusa, postura que le ha otorgado gran popularidad entre la población más conservadora. Esto va de la mano con las críticas hacia el liberalismo, afirmando que este último es obsoleto y que las ideas en las que se sustenta han dejado de ser efectivas. De hecho, el jefe del Kremlin se declara creyente y considera al patriarca y su Iglesia como aliados para frenar el liberalismo occidental (Ricking, 2016). En el plano político se puede observar que los países aliados de Rusia resultan ser de “derecha” o “izquierda”, siempre y cuando tenga la ideología del antimericanismo.

En general, la persistencia de la influencia zarista, el resurgimiento de la fe ortodoxa y el respaldo político de la Iglesia Ortodoxa han sido fundamentales en la consolidación de un neoconservadurismo social y cultural. La visión matizada de Putin, que abraza elementos tanto del pasado comunista como del zarista, ha forjado una identidad nacional basada en valores tradicionales, rechazando el liberalismo y marcando un rumbo definido hacia el conservadurismo.


Referencias

Aragonés, G. (10 de junio de 2022). Putin se compara con Pedro el Grande. La Vanguardia. En línea

Britannica, T. Editors of Encyclopaedia (22 de junio de 2023). Cossack. Encyclopedia Britannica. En línea

EFE. (12 de diciembre de 2021). Putin vuelve a calificar de tragedia la disolución de la URSS. Swissinfo. En línea

Fernández, R. (14 de agosto de 2000). Los ortodoxos rusos canonizan al último zar y su familia por su "resignación" en la muerte. El País. En línea

Infobae. (21 de agosto de 2021). “Rusia, revolución conservadora”, el documental que muestra cómo se vive bajo el nuevo totalitarismo ortodoxo de Putin. En línea

Ricking, C. (10 de febrero de 2016) Iglesia Ortodoxa Rusa: conservadurismo y política. DW. En línea