Blog
Las nuevas leyes agrícolas en India: un futuro incierto para los pequeños agricultores
02 Oct 2020

India es un país con un territorio extenso, 3.287 millones de kilómetros cuadrados lo conforman. Es después de China el país más poblado del mundo con más de 1.366 millones de habitantes. Una de sus principales actividades económicas es la agricultura, de acuerdo con datos del Banco Mundial, la agricultura representa el 15.96 % de su PIB – porcentaje que ha disminuido en los últimos años –[1] . La importancia de la agricultura para la India es tal que representa la principal fuente de trabajo para alrededor del 58% de su población.[2]

Con los datos presentados anteriormente es importante comprender que la agricultura figura como un elemento esencial para la economía del país. Lo que se traduce en que un gran número de la población depende de la producción nacional de alimentos y posesión de tierras para sembrar. Sin embargo, el reparto de terrenos no ha sido igual para todos los agricultores.

El pasado 20 de septiembre el parlamento de la India aprobó leyes agrícolas que, según el Primer ministro indio, Narendra Modi, facilitará a los agricultores la venta de sus productos directamente a grandes compradores (minoristas), eliminando intermediarios, lo que posibilitará la agricultura por contrato. El principal partido de oposición calificó la ley como “ley negra” y “proempresarial”.[3] Leyes a las que los agricultores se han opuesto rotundamente.

Entre los principales estados productores de alimentos se encuentran Punjab, Bihar, Uttar Pradesh. En estos territorios, no es nuevo que los agricultores protesten en las calles demandando préstamos, suministros de agua, mejores precios de cultivos, entre otras cosas. No obstante, estas nuevas manifestaciones son diferentes, pues se muestran en contra de leyes que modifican totalmente la forma en la que históricamente la agricultura en India ha funcionado, por ejemplo, a través de los precios mínimos de apoyo.

Aunque la ayuda otorgada por el gobierno a los productores agrícolas no ha sido suficiente y la producción ha tenido limitantes, se habían mantenido los precios fijos para la compra de distintos alimentos, lo que daba cierta seguridad económica a los agricultores. Sin embargo, las ganancias percibidas no son altas, debido a que cerca del 86% de todas las tierras para sembrar son pequeñas, entre una y dos hectáreas, y el gobierno no permitía el almacenamiento de alimentos.[4]

Ahora bien, con la nueva ley agrícola que deja todo en manos del sector privado, “el pequeño agricultor se convierte en víctima de las fuerzas económicas globales que fijan su supervivencia a la habilidad que posea para adaptarse a las demandas del mercado agrícola. Se ve impulsado a cambiarse hacia cultivos comerciales en función de lograr precios superiores y a buscar créditos agrícolas para pagar los caros recursos externos, como fertilizantes y pesticidas”.[5] Aunado a esto, el productor comenzará a negociar directamente con los grandes compradores. Lo que temen muchos agricultores es que no se mantengan precios fijos o que se pague menos de lo que obtenían del estado.

La liberalización de la agricultura beneficia a los grandes productores, que son un sector muy pequeño, y a las grandes empresas que contarán con plena libertad de compra, así como de establecer precios. Mientras que “[…] muchos productores en pequeña escala tendrán que ajustarse a los cambios que se están produciendo en las cadenas de valor alimentarias de las etapas posteriores a la producción, en las que están ocupando un lugar central los elaboradores y minoristas a gran escala, que utilizan contratos para coordinar el suministro y establecen normas estrictas para garantizar la calidad e inocuidad de los alimentos. Estos requisitos pueden marginar a los pequeños agricultores que no estén en condiciones de adaptarse […]”.[6]

Una de las consecuencias de permitir que el sector privado regule la agricultura es que los alimentos comienzan a ser vistos meramente como mercancías, de las cuales se debe obtener una ganancia significativa. Entonces, los agricultores comienzan a producir lo que es más demandado en el mercado, en vez de sembrar para alimentarse. La función más importante de la agricultura ya no es la subsistencia.

Por último, se debe señalar que de acuerdo al índice Global del Hambre (IGH) de 2019 de una lista de 117 países, India ocupa el lugar 102[7]. Esto quiere decir que se encuentra entre los países que tienen una escasa seguridad alimentaria. Por lo tanto, se refleja que las condiciones para la agricultura no están siendo idóneas para obtener el alimento necesario y distribuirlo a todos los habitantes. Además la crisis ambiental, de la que es gran participe la agricultura industrial, provoca que la producción de alimentos disminuya y su calidad no sea la esperada. A esto se suman las complicaciones que se han producido por la crisis del coronavirus para la venta de alimentos, que aumenta el empobrecimiento de los agricultores. Y con la nueva apertura al sector privado quedan expuestos a un escenario incierto.


p