¿Quién no quiso de niño, aunque fuera por un momento, ser adulto? El no tener reglas ni horarios, el poder comprar lo que uno quiere sin permiso y otras libertadas que los adultos aparentan tener, son cosas sumamente atractivas para los jóvenes. Éste es un sentimiento compartido por los niños en todos los continentes y anhelan vivirlo.
En 1999, teniendo este deseo infantil en mente, la Ciudad de los niños abrió en el Centro Comercial Santa Fe en la Ciudad de México. Aquella era un sitio en el que los niños podían realizar actividades que eran de adultos: trabajar, manejar, cocinar, rasurarse y estar despiertos durante la noche. El centro de entretenimiento era la recreación de una ciudad donde el sol nunca salía, había una moneda llamada pesitos y los niños podían trabajar para conseguir dinero y después usar esos pesitos en actividades diferentes. La Ciudad de los niños fue un éxito rotundo desde su apertura en la capital mexicana. Los creadores de la empresa entendieron un deseo de los menores de edad y vieron una oportunidad de negocio que resultó ser trasladable y atender una necesidad que había sido ignorada.
A mediados de los años 2000, la ciudad de los niños optó por buscar entrar a nuevos mercados y cambió su nombre a Kidzania. La apertura de Kidzania en Monterrey fue la antesala para iniciar una franquicia que abrió una ciudad para niños en Tokio en 2006.
El éxito de la empresa mexicana en Japón fomentó la apertura de un segundo parque en Koshein en el mismo archipiélago y otro en Lisboa, siendo el primero en Europa.
La llegada de Kidzania a Portugal no fue la única al antiguo continente. Sin embargo, el continente asiático ha sido el terreno más fértil para esta exitosa empresa mexicana. Xavier López Ancona, el director ejecutivo de la empresa, señala que el modelo de negocios de Kidzania requiere de ciudades de al menos tres millones de habitantes. Ciudades así abundan en Asia y eso hace tan atractivo buscar migrar a ese continente. Además, las sociedades de Asia, que representan el 60% de la población mundial, son sociedades en crecimiento; hay muchos niños en los países asiáticos.
En el año 2010, Kidzania fue el modelo de negocio mexicano más exitoso y exportable. Lo que comenzó como un centro para entretener a niños entre 2 y 12 años haciendo actividades de adultos se convirtió en un modelo de negocio internacional con más de cinco mil empleados en el mundo y generando millones de dólares anuales en sus sedes en América, Asia, África y Europa. El concepto fue innovador en todo el mundo, no sólo en México, y esa originalidad le permitió crecer a pasos agigantados.
Este modelo de negocios incluía alianzas con patrocinadores que pudieran ofrecer sus productos dentro del centro de entretenimiento. Con ello, Aeroméxico puso un simulador en la Ciudad de los niños que le permitía a los visitantes ser pilotos por un día. Domino’s Pizza, por ejemplo, puso una pequeña pizzería dentro de la ciudad para que los niños cocinaran sus propias pizzas y Marinela tenía una fábrica para que los niños hicieran su propio gansito. Esta idea de negocio era fácilmente escalable y trasladable a otras latitudes ya que los niños en todas las latitudes del planeta tienen el interés de saber lo que es ser adulto, aunque sea por unas horas. A su vez, las alianzas con empresas locales facilitaban la llegada de esta firma a otros países. Así, en Kidzania Dubái, en lugar de tener Aeroméxico, la alianza para la atracción de los aviones se hizo con Emirates, la aerolínea representativa de aquel emirato.