A manera de reflexión y con los datos presentados, que únicamente ilustran la cuestión de acceso a la digitalización enfocada en la cuestión del acceso financiero, conformado por el enlace en el espacio cibernético con conexiones entre el acceso a cuentas bancarias, compras y pagos por internet, queda pendiente el análisis de la digitalización enfocada en la educación y más aún, las estadísticas en cuanto a quienes pueden acceder, dividiendo en hombres y mujeres o niños y niñas; sin embargo, no hay datos suficientes para poder presentar un análisis completo en estadísticas oficiales del World Bank, pero quedan las siguientes preguntas ¿por qué nos estamos digitalizando?, ¿para ocio?, ¿para educación?, ¿para compras y ventas en línea?, ¿para quién van encaminados los proyectos de digitalización y avance tecnológico en cuanto a conectividad?
La enseñanza que nos deja el contexto pandémico fue que no hay solo necesidad de tener acceso a las múltiples esferas de derechos básicos, entre ellas la digitalización, sino además de que hay obligaciones del Estado para con sus ciudadanos y está colocando, de manera discursiva y dentro de la lógica del libre mercado, el acceso a la digitalización, Colocando como una cuestión que le compete de forma directa e individualizada a los ciudadanos, lo cual advierte un freno o una buena dinámica del acontecer cotidiano y de mercado en todas las escalas, a nivel local, nacional e internacional y una inconsciencia o simplemente desinterés por el acceso al campo digital.
El análisis de la inclusión financiera y digital en los países BRICS revela un panorama complejo y heterogéneo. Si bien China ha logrado avances significativos en la adopción de pagos digitales, otros países como Brasil, Rusia, India y Sudáfrica enfrentan desafíos persistentes relacionados con la desigualdad de género, las brechas regionales y la falta de infraestructura. A pesar de los esfuerzos gubernamentales y el crecimiento de la tecnología, la inclusión financiera sigue siendo un objetivo elusivo para muchos.
Los hallazgos de este artículo sugieren que la inclusión financiera y digital no es simplemente una cuestión de acceso a tecnología, sino que requiere un enfoque multidimensional que aborde las desigualdades sociales, económicas y de género. La exclusión financiera golpea con mayor fuerza a los más pobres, en los países en desarrollo. A pesar de las variaciones regionales, un patrón constante es que los hogares con menos recursos concentran la mayor parte de la población sin acceso a servicios bancarios. Incluso en China, donde solo el 11% de los adultos no tienen una cuenta bancaria, el 60% de ellos proviene de los hogares más pobres. A nivel mundial, casi la mitad de todas las personas sin acceso a servicios financieros pertenecen al 40% más pobre de la población.
Para avanzar hacia una inclusión más equitativa, se necesitan políticas públicas que promuevan la educación financiera, la inversión en infraestructura digital, y la reducción de las brechas de género. Además, es fundamental considerar el papel de las empresas y las organizaciones de la sociedad civil en la co-creación de soluciones innovadoras.
Es importante avisar que debe ser el Estado debe ser quien garantice el acceso a la digitalización como parte de su paquete de obligaciones para con sus ciudadanos, más aún en este contexto complejo y atravesado por la digitalización, la virtualidad y el uso de internet para la multiplicidad de esferas que hace que exista una dinámica social, pero también política económica-comercial.
Hacer énfasis en la existencia de la falacia que coloca a la posesión de un dispositivo o de puntos de acceso a la conectividad de internet represente de manera automática el goce de este derecho humano básico es importante, porque no es consecuente de manera automática, más bien, se ha visto como hay una serie de cambios en la realidad cotidiana que digitalizan cada vez más el entorno y asi como va transformándose, hay una serie de acciones emprendidas por la población empobrecida o fuera del acceso digno a estas tecnologías, que ha hecho que utilicen los medios digitales para poder permanecer dentro de las esferas y de la realidad económica que les sigue manteniendo empobrecidas y fuera del acceso a dinámicas financieras, como el caso chino ya citado.
Por último, entender que la utilización de la digitalización se ve más concentrada hoy dia en el aspecto económico y de mercado que en el ámbito educativo, cultural o cualquier otra dinámica social que impacte en la vida de los seres humanos; tener conciencia de la necesidad del cierre de la brecha digital y la expansión del acceso a la digitalización o uso de internet a las periferias, es que realmente se podría plantear una mejora y bienestar, enmarcado dentro de las agendas de digitalización o de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en su objetivo número nueve, el cual enmarca el “aumento del acceso a TIC e Internet” (Naciones Unidas: 2018), pero con una propuesta breve la cual consiste en que no sea únicamente la apertura al acceso del espacio virtual y el uso de internet, sino además la necesidad de una apertura con programas de educación enfocados en el aprovechamiento de estos recursos de manera que impacten en el desarrollo de las personas, por medio de un buen empleo de los mismos y un enriquecimiento en el aspecto educativo.