Daruma: La imagen de la perseverancia, la constancia y el esfuerzo

Elaborado por María Fernanda De la Peña, Alumna de Servicio Social del PUEAA

La figura del daruma (達磨) se consolida como uno de los amuletos japoneses más conocidos al día de hoy, esta pequeña figura se encuentra presente como un icono japonés que es utilizado como souvenir, o bien en la propaganda de restaurantes o comercios extranjeros para hacer referencia al país del sol naciente. Sin embargo, posee una peculiar historia tras de sí, ya que a diferencia del manekineko o gato de la suerte, el muñeco daruma se regala no con la finalidad de atraer suerte o fortuna, sino para motivar a la persona a quien se le obsequia o aquella quien lo adquiere, para que cumpla sus metas, dedicando empeño, perseverancia y fuerza a sus objetivos.

La figura del daruma se relaciona con la leyenda entrono a Bodhidharma, un monje de origen persa que partió con rumbo a China en el año 527 con la finalidad de aprender más sobre el budismo. Sin embargo, cuando Bodhidharma llega al templo Shaolin ubicado al centro del China, le es negado el ingreso al mismo, lo cual lo llevó a establecerse en una montaña cercana al templo conocida como el monte Song. En ese lugar se dedicó de lleno a la meditación dentro de una cueva para esperar pacientemente que su filosofía y enseñanzas alcanzaran a nuevos discípulos.

Su espera se alargó por nueve años, los cuales se mantuvo en meditación continua sin importar el clima ni las dificultades, habiendo ocasiones donde el cansancio se hizo presente en su cuerpo obligándolo casi a desistir, por lo cual este monje tomo la decisión de cortarse los parpados para evitar que sus ojos se cerraran. Por el tiempo que pasó dentro de la cueva en la misma posición, la leyenda refiere que sus brazos y piernas se conjuntaron con su cuerpo, dando como resultado la forma ovalada que se le atribuye hoy día a la figura del daruma.

Se dice que después de tres mil días, Bodhidharma logró alcanzar la iluminación, y como recompensa por su perseverancia y fuerza, fue finalmente admitido en el templo Shaolin en donde pudo dar a conocer sus enseñanzas a partir del nuevo dogma que fundó; el budismo Zen. Siendo así reconocido como el vigésimo octavo patriarca del budismo.

Se presupone que esta leyenda llegó a Japón durante el periodo Kamakura (1185 – 1392), gracias a la proliferación de las sectas Soto y Rinzai pertenecientes al budismo Zen. Una vez en Japón la figura del daruma tuvo modificaciones que se relacionan a los contextos históricos, entre ellas se puede mencionar la presencia del color rojo que simulaba la túnica que vestía Bodhidharma mientras estuvo meditando, así como la presencia de una barba.

En sus inicios, la figura del daruma se vinculaba con la realización de un juego de botella donde se le otorgó el nombre de “el viejo nunca cae”, sin embargo, postreramente se regalaba como especie de talismán contra la epidemia de viruela, ya que se consideraba que el color rojo ayudaba a prevenir esta enfermedad, por lo cual se consolidó como un excelente regalo al cual se le anexo la frase de nanakorobi yaoki o “si caes siete veces, levántate ocho.”

Durante la época de 1760 y hasta la actualidad la figura del daruma se consolidó como un regalo ideal para recordar a alguien la perseverancia que debe de tener al perseguir una meta o un sueño, de tal forma comenzó a venderse en año nuevo en los templos budistas, especialmente en el templo Horin-Ji, en donde el monje Hakuin Ekaku (1676 – 1769) le adjudicó el concepto que conocemos actualmente:

El daruma posee los ojos en blanco al ser comprado o regalado, ya que la persona en cuestión puede dibujar una de las dos pupilas al momento de fijarse una meta, esto marca el inicio del trabajo duro y la perseverancia que debemos mantener teniendo presente el ejemplo de Bodhidharma. Esto nos motivará constantemente, y nos recordará que las metas no se cumplen solas y que debemos trabajar duro por ellas. Al conseguir el objetivo que nos planteamos es momento de dibujar la otra pupila faltante, a manera de agradecimiento por recordarnos constantemente nuestro propósito y ayudarnos con él, al hacerlo el daruma se convierte en un recordatorio del trabajo y el esfuerzo realizados.

Al día de hoy en Japón, existen celebraciones en honor a esta figura, la más popular es la ceremonia daruma kuyō (達磨供養), en la cual se hace una quema de los darumas adquiridos anteriormente y se comparan figuras nuevas, denotando así la superación de objetivos y la búsqueda e intención de renovar o comenzar ciertos propósitos. Esta quema se relaciona con la creencia japonesa de que cada amuleto tiene un ciclo, y al finalizar el mismo es necesario quemarlo como una muestra de agradecimiento.

Por otra parte, es necesario mencionar que, si bien el color original del daruma es el rojo, al día de hoy hay una gran variedad de colores, los cuales se relacionan a los deseos u objetivos particulares; la búsqueda de la fortuna, del amor, de la salud, etc. Sin embargo, los elementos que están presentes y conforman al daruma no suelen cambiar, y cada uno de ellos tiene un significado específico.

De estos elementos destacan el uso del color rojo, que se atribuye a las túnicas que eran portadas por los altos rangos budistas, al igual que la presencia de tiras doradas las cuales representan las estolas que solían llevar ciertos monjes. Las cejas tienen la forma de grullas, y la barba posee una forma similar a la de una tortuga, lo anterior tiene que ver con el significado que poseen estos animales como símbolos de longevidad. Finalmente, en el centro del tronco del daruma se encuentra el kanji de fuku (福) el cual se traduce como “buena fortuna”.


Bibliografía

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Corona, D., “La historia de Bodhidharma”, 2016. En línea

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“Daruma, el muñeco japonés para cumplir tus objetivos”, en sitio web Japón no Yokan. 2020. En línea

“Daruma. El amuleto japonés de los propósitos” en sitio web Japonismo, 2020. En línea