Las protestas en Hong Kong y la disputa con la República Popular China

Por Gabriela Gallegos, Alumna de Servicio Social del PUEAA

Cuando se hace referencia a Hong Kong, una península con varias islas que se sitúa en la costa sur del Mar de China, algunos referentes obligados vienen a la memoria inmediatamente, sobre todo en relación con la coyuntura política y social actual. Uno de ellos es el Tratado de Nankín de 1842 mediante el cual Hong Kong fue adquirido por Reino Unido. Otro referente ocurrió casi 150 años después, cuando se acordó el traspaso de su soberanía a la República Popular de China (RPC) en 1984, misma que tuvo efecto con la Declaración Conjunta entre ambos países. Así, a partir de julio de 1997, Hong Kong guarda el estatus de Región Administrativa Especial de la RPC.

De esta forma, Hong Kong no es enteramente una provincia china, ni es completamente independiente, sino que forma parte de la política china de “Un país, dos sistemas”. De acuerdo con la Declaración Conjunta entre la RPC y Reino Unido, goza de autonomía administrativa, poderes ejecutivo, legislativo y judicial independientes, el sistema capitalista y la democracia están garantizados, pero en lo que respecta a los asuntos de seguridad y la política exterior son responsabilidades del gobierno central en Pekín; este sistema se mantendrá inalterable durante 50 años, hasta 2047.

Sin embargo, tras dos décadas del establecimiento de este estatus respecto al gobierno central chino, han acaecido una serie de acontecimientos que ponen entredicho la autonomía de la que ha gozado esta región. La reivindicación de los derechos y la democracia han estado en el centro de las protestas que se iniciaron en 2014 con la “Revolución de los Paraguas” en donde grupos estudiantiles se alzaron contra una reforma educativa que buscaba la asimilación de los valores del partido comunista chino por parte de la sociedad hongkonesa, pero también se exigía que la votación de los cargos de representación sea por sufragio universal, cosa que se logró parcialmente.

Con la controversial ley de extradición que se impulsó a principios de 2019, las demandas resurgieron con más ímpetu, luego de unas elecciones legislativas en 2016 y del ejecutivo en 2017 que parecieron ignorar las demandas de 2014: se exige el respeto a la condición de Hong Kong como región autónoma, un llamado a la consolidación de la democracia y la libertad de la que, por derecho, los ciudadanos hongkoneses deben gozar.

De esta forma, las protestas gestadas en estos últimos meses se han convertido en una verdadera crisis política para el gobierno hongkonés. Se han paralizado las actividades económicas en la región, sobre todo en el sector de los servicios, como ocurrió con el cese de actividades en el aeropuerto internacional por motivo de las protestas. Todo ello, sumado al factor de la intervención de la RPC que considera los asuntos relacionados a Hong Kong como “asuntos internos del país”.

Las pancartas, los gritos y, en general, la actitud desafiante de los hongkoneses que se han movilizado tienen un claro mensaje: Hong Kong no es China. Nos se niegan los lazos históricos que comparten los hongkoneses con la RPC, pero se busca reafirmar una identidad totalmente distinta a la de aquel país y reivindicar la autonomía pactada.


Bibliografía

Espinosa, P. (1 de julio 2017). El retorno de Hong Kong a China por parte del Reino Unido. Obtenido del Instituto de Relaciones Internacionales. Documento en línea

San Germán, J. (16 de julio 2019). Las protestas en Hong Kong en torno a un proyecto de ley controversial: origen y evolución del conflicto. Obtenido de Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques. Documento en línea

The Government of the Hong Kong Special Administrative Region. (1 de julio 2007). The Joint Declaration. Constitutional and Mainland Affairs Bureau. Documento en línea