La latinización del manga y el anime

Elaborado por Daniela Bravo, Alumna del Servicio Social del PUEAA

Desde la década de los 70 en América Latina se transmiten series anime dobladas al español, países como México, Perú, Chile y Argentina, fueron los primeros en realizar este tipo de transmisiones en horario infantil sin ningún tipo de distinción o advertencia. Series anime como Candy Candy (de Kyoko Mizuki y Yukimo Igarashi), Heidi (del director Isao Takahata) y Meteoro (de Tatsuo Yoshida), tuvieron un gran impacto en la apreciación de los infantes latinoamericanos por la animación, sin saber que esta provenía del país del sol naciente.

Por otro lado, en los años 80, países como Venezuela, Guatemala, República Dominicana, Colombia y Puerto Rico comenzaron también a transmitir estas series anime en televisión abierta, de la misma manera, en un bloque infantil; durante esta época series anime como Mazinger Z (de Go Nagai), Robotech (de Haruhiko Mikimoto), Kimba, el León Blanco (de Osamu Tezuka), Remi (del director Osamu Dezaki) y la Abeja Maya (de los directores Hiroshi Saitô, Mitsuo Kaminashi y Senji Endô).

Todas estas series anime, lograron captar la atención del público infantil y sin quererlo, en ocasiones, del público adulto, muchas veces a este último por lo “escandaloso” que podía parecerle, debido a que no se veía muy seguido que en la animación se representaran historias tan profundas como en Candy Candy o Remi. Sin embargo, aún era muy temprano para reconocer lo que la animación japonesa ofrecía debido a que esta industria no va dirigida únicamente al público infantil.

Fue durante los 90 que series anime como Los Caballeros del Zodiaco (de Masami Kurumada), Ranma ½ (de Rumiko Takahashi), Dragon Ball (de Akira Toriyama), Supercampeones (de Yoichi Takahashi), Sailor Moon (de Naoko Takeuchi) y Las Guerreras Mágicas (de CLAMP), pusieron sobre la mesa el término “anime” desconocido hasta entonces y dieron lugar a su primer boom en Latinoamérica, trayendo consigo también los primeros mangas gracias a Editorial Ivrea en Argentina y la Extinta Editorial Vid en México.

Y, ¿cómo un producto oriental se volvió “latino”?

Las razones por la cual tuvo tan buena recepción en los años 90 no fue simplemente por ser un producto extranjero, por ser un producto con una calidad un tanto mayor a las caricaturas norteamericanas (principal “competidor” en Latinoamérica), o por el característico estilo de dibujo en donde los personajes tienen ojos muy grandes, cabello llamativo y proporciones de cuerpo un poco más realistas que en las caricaturas norteamericanas.

En realidad, la apropiación del producto se realizó con la intención simple de poder entretener al público y una vez que se puso de moda, lucrar con cada elemento que deriva del manga y el anime. Pero esta apropiación se debe principalmente a tres factores en el anime:

El primero de ellos fue el doblaje, gran parte de estas series anime obtuvo su primer doblaje al español latinoamericano en México, lo que, en conjunto con la escasa información de la trama o de la forma de ser de un personaje, les otorgó a los actores de voz la oportunidad de adaptar a los personajes a un sentir, actuar y ser latino mediante la espontaneidad y la improvisación.

El segundo factor fue la alteración del video, muchos animes no habrían sido transmitidos sin ciertas ediciones en el video de lo que a las televisoras les parecía más correcto, ediciones como oscurecer la sangre, dibujarles corsés a los desnudos femeninos e incluso omitir escenas por su nivel de violencia, así como alterar los “videos musicales” en los opening y ending de cada anime, hizo que muchos padres sobrellevaran de mejor manera el hecho de que sus pequeños vieran este tipo de animación que terminaron adorando. Sin embargo, cabe aclarar que las ediciones de video se hicieron más “elaboradas” a finales de los 90 y principios de los 2000.

El último factor fue el criterio de la audiencia, mucho se habló, durante los años mencionados anteriormente, de si las “caricaturas” que veían los niños eran realmente apropiadas, muchas personas incluso satanizaron a algunas series anime como Pokémon o Dragon Ball debido a que se consideraban series violentas que los niños podrían imitar o series que promovían que los niños vieran lo “raro y diferente” (pokémon) como algo “normal”. Sin embargo, varias televisoras ignoraron la clasificación de estas series en japonesas bajo el prejuicio de que la animación es exclusivamente para niños.

Por otra parte, el manga se latinizó gracias a las editoriales que, además de la traducción latinizada de los diálogos, en un principio sacaron “volúmenes” de un manga en un formato muy diferente: empezando por el formato occidental (lectura de izquierda a derecha), recopilando únicamente de 4 a 6 capítulos, con apariencia de revistilla, impreso en hojas de color e incluso en algunos de ellos, coloreados. Siendo que originalmente los volúmenes recopilatorios de un manga (los tankoubon) se realizaban en formato japonés (lectura de derecha a izquierda), un libro pequeño que contenía aproximadamente 200 páginas con dibujos en blanco y negro.

Actualmente estos productos orientales son muy queridos por los latinos debido a su calidad, fama y estética. Es muy poco probable que un latino no haya visto anime al menos una vez en su vida y es gracias a este que muchas personas tienen el acercamiento a las culturas asiáticas porque la curiosidad por la cultura japonesa a veces te lleva a tener curiosidad por Asia.


Fuentes

Cobos, T. L. (2010). Animación japonesa y globalización: la latinización y la subcultura Otaku en América Latina. Revista Razón y Palabra, No. 72, México: Tecnológico de Monterrey. En línea

Ángulo, M. (2010). La conquista de América Latina por el anime (1ra parte) | Anime / Manga. JSpot Panama. En línea

Ortíz, M. A., & Rodríguez, I. (2012). Los productos de animación japoneses como expresión de un modelo de negocio. el caso de la producción “anime”. Comunicación y Hombre, 8, 141–148. En línea

García R., & García D. (2013). Manifestaciones de la cultura popular del Japón en México: convenciones de cómics, anime y cosplay. Revista Paakat (tecnología y sociedad), México, Universidad de Guadalajara. En línea

J. Romero. (2012). Influencia Cultural del anime y manga japonés en México. Ensayo. México, Universidad Autónoma del Estado de México. En línea. En línea