África y China: Hacia la construcción de un proyecto intercontinental neocolonial

Desde la entrada del presidente Xi Jinping al liderazgo de la República Popular de China, los marcos de su política exterior establecían el fortalecimiento, la diversificación y profundización de sus relaciones con África, al considerar al continente como una región estratégica para lograr cristalizar sus objetivos comerciales. De esta manera, se fue ganando una presencia fortalecida en los foros internacionales multilaterales, concretando acuerdos y haciendo giras con el propósito de promocionar sus macroproyectos, tales como el “One Belt, One Road” (OBOR) también conocido como la Nueva Ruta de la Seda. El presente año, sin embargo, ha sido en el cual se han reflejado de manera más explícita los mecanismos a través de los cuales el gigante asiático pretende alcanzar su estrategia. Sobre lo anterior, tan sólo en el mes de septiembre, en una cumbre de jefes de Estado donde se reunieron la totalidad de los líderes africanos junto con Xi Jinping, la República Popular de China pactó un paquete de inversión para el continente para los próximos tres años, el cual se estimaba en alrededor de 60.000 millones de dólares en forma de préstamos sin intereses, líneas de crédito, fondos para el desarrollo y apoyo a los países receptores para financiar sus exportaciones a China y el fomento de la inversión extranjera directa (IED) (Gáscon, 2018).

Sobre ello, es evidente que ante tales acciones los líderes africanos han retomado un discurso favorable por medio del cual alientan a la población a que perciba de manera positiva la intromisión de China en los asuntos políticos y económicos del país. Prueba de ello y como antecedente, podemos retomar las declaraciones del presidente de Ruanda, Paul Kagame del año de 2009, el cual exaltaba el modelo de negocios de China en África al concentrar el grueso del flujo de inversiones en infraestructuras estratégicas para el desarrollo del país (Redacción BBC Mundo, 2009). Como punto nodal, el mayor atractivo de esta inversión asiática en el continente africano, va de la mano de la política de no intervención en los asuntos internos de los países en los que opera, en contraposición de la presencia occidental tanto estadounidense como europea, la cual siempre debe estar acompañada de presión por parte de grupos de derechos humanos con el propósito de denunciar los abusos y violaciones a los mismos.

A pesar de ello, no todos los grupos de expertos ven este tipo de inversiones como algo tan benéfico como lo perciben y explican los mandatarios africanos. Varios investigadores apuntan que existe un riesgo latente para los países del continente, los cuales entrarían en una dinámica de endeudamiento masivo el cual tarde o temprano pasará factura y desencadenará una dependencia crónica que podría traducirse en una nueva forma de neocolonialismo. Para ejemplificar lo anterior se debe precisar que

Según datos del Proyecto de Investigación China-África, que se dedica a estudiar las relaciones entre las dos partes, el 72% de la deuda bilateral de Kenia es con China, una situación de dependencia que también tienen países como Zambia, la República del Congo o Yibuti, un pequeño país ubicado en el cuerno de África en el que China ha abierto su primera base militar en el extranjero y sobre el que el Fondo Monetario Internacional expresó su preocupación tras alcanzar su deuda externa el 85% de su PIB (Gáscon, 2018).

Se percibe así que los efectos del endeudamiento excesivo se traducen en una apropiación de la soberanía misma de los países, que en el caso africano se plantea de manera crónica, pues al ser varios los países que concretan acuerdos de este tipo con el gigante asiático, derivaría en un desequilibrio político regional. Así mismo, se debe entender que la estrategia de la República Popular de China establece un sistema completamente nuevo, basado en el abastecimiento de los recursos a través de la cooperación bilateral, así el gobierno recibe materias primas a la par que realiza inversiones descomunales y materializa proyectos de infraestructura y comercio para fortalecer sus intercambios financieros (Pérez Ventura, 2012). Si se analizan los flujos de importaciones y exportaciones se puede concebir como la mayor parte de exportaciones desde África hacia China se encuentran en petróleo, madera, metales y productos agrícolas, mientras que China exporta equipamientos de transporte y comunicaciones, así como maquinarias y productos electrónicos. Sobre lo anterior en el año de 2012, se consideraba que “De las exportaciones que se dan desde África hacia China, un 70% son de petróleo y gas natural, un 15% de minerales y metales y un 10% de manufacturas” (Pérez Ventura, 2012).

De esta manera, tan sólo en la última década, China ha logrado desbancar a Estados Unidos como el principal socio comercial del continente Africano y las estimaciones no apuntan más que a la profundización de tal relación por medio de la construcción de puertos, carreteras y ferrocarriles en el proyecto OBOR. Datos sobre lo anterior presentan que la República Popular de China ha financiado la construcción y renovación de más de 6.000 kilómetros de ferrocarril en países como Angola, Etiopía, Kenia, Nigeria, Sudán y Yibuti (Fontedeglória, 2018). Por otro lado también la inversión de puertos como Dakar para lograr una salida al Atlántico acompañado de una conexión ferroviaria son varios de los principales proyectos a considerar.

La mayor preocupación se cierne en torno a qué es lo que le deparará al continente africano en el futuro ante el dominio asiático cada vez más latente. Una de las mayores preocupaciones también se deriva de la falta de transparencia de ambas partes sobre los detalles y condiciones acerca de los acuerdos concertados, planteando como peor escenario la hipoteca de países completos a cambio de financiamiento para socavar una crisis estructural y con ello lograr permanecer en el poder político, que sería una estrategia favorable para varios regímenes (Gáscon, 2018). Finalmente no podemos olvidar que si bien son dudosas las intenciones del país asiático, la estrategia que esgrimió le está dando resultados pues se concibe que concretó varios logros importantes entre ellos:

1. Cubrir la demanda interna, asegurándose el abastecimiento mediante acuerdos comerciales importantes.

2. Reducir el poder de las potencias tradicionales y arrebatarles la supremacía en un continente rico en materias primas como es África.

3. Conseguir dar una buena imagen del país y del gobierno, realizando inversiones que fomentan el desarrollo de países empobrecidos de África. (Pérez Ventura, 2012)

Llegado el momento, habrá que evaluar si los africanos recibieron los mismos beneficios que la República Popular de China en el intercambio o tan sólo viraron de un dominio colonial a otro más sofisticado.