Kazajstán… ¿y la consolidación de la democracia?

La década de 1990 marcó el fin de una era y la transición, casi abrupta, hacia otra en todo el mundo. En Asia Central, la desintegración de la Unión Soviética trajo una transformación en el panorama geopolítico con la aparición de diferentes nuevos Estados, entre los que se encuentra Kazajstán. Pero, más allá de estos cambios en el escenario regional, cada país sufrió una (necesaria) reconfiguración al interior para ser capaces de plantarse frente al mundo, en un ámbito internacional cambiante y complejo.

La República de Kazajstán emergió tras este proceso bajo el fuerte liderazgo de Nursultán Nazarbayev, el cual configuró una estructura política nacional en torno a su figura como Presidente. Durante los casi 30 años que duró su mandato, se erigió como la personificación del país mismo a través de la creación de símbolos nacionales que han emulado su poder e influencia. Tal es el caso de monumentos, escuelas, calles e incluso la capital nacional que llevan su nombre, así como la propia estructura política del país, en la cual su familia y él mismo se encuentra bien acomodada.

Estos logros fueron posibles gracias a reformas legislativas que permitieron a Nazarbayev perpetuarse en el poder a través de cinco elecciones en las que obtuvo alrededor del 97% de los votos. Sin embargo, el trasfondo de esta cultura política se presenta como una realidad que está lejos de ser democrática. El ‘curso estratégico’ de la acción política de Nazarbayev permitió la consolidación de una élite política y económica gracias a la corrupción desmedida de esa clase en el poder, la represión (generalmente brutal) de las protestas públicas y la limitación de la acción política de la oposición. En suma, el precio pagado por el reforzamiento del aparato estatal ha sido la continuada violación a los derechos civiles y políticos, así como a los derechos humanos en general.

Y esta situación parece estar lejos de cambiar. En marzo de 2019 Nazarbayev dimitió por voluntad propia, luego de haber sido elegido para el cargo en 2015 por quinta vez y cuyo período concluiría en 2020. De acuerdo con la Constitución, como presidente interino fue designado el presidente del Senado, Kassim-Yomart Tokayev, hasta que se decidió por adelantar las elecciones generales de este año a fin de evitar la incertidumbre política en el país. Así, en junio fue elegido como sucesor de Nazarbayev en la presidencia con el 71% de los votos a su favor, como candidato del partido líder, Nur-Otan.

A pesar de la aparente imagen de transición pacífica y ordenada en el escenario político kazajo, muchos permanecieron escépticos ante la posibilidad de un cambio que reforzara la democracia en el país (o, mejor dicho, que la estableciera en la realidad y no se mantuviera virtualmente, sólo en el discurso) y todavía hoy lo son. En ese entonces, se criticó el corto período de tiempo de campaña electoral (fue anunciado en abril y las elecciones se celebraron en junio), el desequilibrio en los recursos disponibles para el partido líder y el resto y las restricciones a la prensa independiente y al activismo de oposición.

Ello a pesar que las elecciones se llevaron a cabo en una atmósfera de amplia movilización política masiva que vio en la transición política la oportunidad de pronunciar su postura en torno a la consolidación democrática. En respuesta a esos reclamos civiles, Tokayev se comprometió a implementar una serie de reformas sociopolíticas destinadas a mejorar la ley sobre protestas y demostraciones públicas y subsanar la brecha existente entre la sociedad y el gobierno mediante la creación del Consejo Nacional de Confianza Pública.

Cabe decir que, a un año de su mandato, Tokayev ha establecido el curso de acción de su gobierno en el ámbito político y económico, tanto interno como exterior. Ha optado por consolidar la legitimidad de su gobierno mediante el establecimiento de un diálogo nacional efectivo basado en la confianza en el Estado, con lo cual la estrategia de construir un enlace con la opinión pública basado en las reformas mencionadas resulta fundamental para tal fin. En el ámbito externo, todo apunta a que seguirá la política exterior del gobierno pasado basada en un enfoque multivectorial para fortalecer su presencia internacional en los planos bi y multilateral, pero mediante una actividad diplomática y política revitalizada.

Todo ello, sin embargo, no es una garantía para el proceso de transición democrática que el país necesita. La presencia e influencia de Nazarbayev en el gobierno sigue siendo fuerte, pues tras su retiro continuó como el líder vitalicio del país, aunque desde las sombras, ocupando el cargo de presidente del partido líder, Nur-Otan, así como del influyente Consejo de Seguridad nacional. Además, el propio Tokayev ocupó cargos importantes durante el gobierno de Nazarbayev, como Primer Ministro y Ministro de Relaciones Exteriores, además de Presidente del Senado. La hija mayor de Nazarvayev, Darigha Nazarbayeva, ocupó este puesto, hasta que fue depuesta a principios de mayo de 2020 y sustituida por Maulen Ashimbayev del partido Nur-Otan, en un movimiento que podría parecer la consolidación de lealtades políticas al actual presidente y no al anterior. Sin embargo, los activistas y defensores de los derechos de los kazajos no han visto este proceso como el comienzo de la apertura política necesaria para todo gobierno democrático, por lo que el camino por recorrer aún es largo y todavía depende de si el presidente en turno optará por recorrerlo.

Referencias

Pannier, B. (4 de mayo 2020). What's Behind The Ouster Of Nazarbaev's Powerful Daughter In Kazakhstan? Radio Free Europe. Documento en línea

Rittmann, M. (5 de junio 2019). The Kazakhstan elections and the transition that wasn’t. Open democracy. Documento en línea

Niyazbekov, N. (3 de mayo 2020). Democracy, the Tokayev Way. The Diplomat. Documento en línea

Chaudhury, D. (15 de marzo 2020). Kazakhstan President provides stability & launches new initiatives in his 1st year. The Economic Times. Documento en línea

Fecha de publicación: 12/06/2020