¿Qué nos quiere decir el más reciente cine del este de Asia?

El cine proveniente de Asia lleva décadas desafiando los cánones de occidente. Recientemente directores y creativos de Japón y Corea del Sur han logrado cruzar fronteras con cintas que han llenado salas subtituladas y ceremonias de premiación típicamente dominadas por el cine de habla inglesa.

Estas películas ya no necesitan explotar aquella exótica imagen de un país lejano e incomprensible con música de flautas de fondo. Ahora ocurre lo contrario, el sentimiento de lejanía que podría generar el idioma se contrarresta con realidades que son, hasta cierto punto, tristemente similares.

Para esta reflexión tomaré en cuenta tres cintas de menos de tres años que han estado en boga de críticos y cinéfilos: Burning (2018), de Corea del Sur del director Lee Chang-dong, el fenómeno más reciente, Parasite (2019) de Bong Joon-ho y finalmente Shoplifters (2018) de Japón del director Hirokazu Kore-Eda

El análisis pretende ser solo un botón de muestra y no abarca de ninguna forma la totalidad del cine u obra de estos países, sino más bien busca invitar a la reflexión y a conocer a estos cineastas, por lo que el análisis se hará sin mayores spoilers.

Burning muestra la vida del joven Jongsu, un pobre aspirante a escritor que en medio de trabajos informales se encuentra con Hae-mi, una conocida de la infancia que está a punto de viajar por África. Cuando Jongsu va al aeropuerto a recibir a su amiga da regreso, Hae-mi viene acompañada de un adinerado y misterioso hombre llamado Ben.

El contraste entre Jongsu y Ben es notorio de inmediato y las diferencias se acrecientan mientras transcurre la película. Jogsu intenta mantenerse “a la altura” de Ben. Éste descifra a Jongsu con facilidad y apenas y sonríe al saber que el auto proclamado escritor no ha realizado ninguna obra aún. Por el contrario, Jongsu comprende menos a Ben a medida que pasan el tiempo juntos. ¿Qué hace Ben para tener un apartamento y coche ejemplares? ¿Por qué todo lo que hace parece tan sencillo mientras que Jongsu apenas y consigue empleos precarios? Poco a poco y de la mano del creciente suspenso, Ben es cada vez más lejano a la realidad terrenal del esfuerzo y de los pasatiempos pueriles.

Hae-mi por su parte, a pesar de no tener el dinero y recursos que claramente Ben tiene, ella parece adaptarse al mundo de ambos sin percatarse de esa barrera invisible, tan notoria entre Jongsu y Ben. Y aunque hay quienes si la distinguen (como cuando interpreta la danza que la apasiona frente a los amigos de Ben) Hae-mi tiene una capacidad de transcender parecida a la de Ki-Jeong en Parasite (Parásitos).

Mucho se ha dicho de la ganadora del Oscar a Mejor Película y Mejor Película extranjera de los premios de la Academia más recientes. El contraste de la familia Kim y la familia Park en Parasite es hasta cierto punto similar al de Jongsu y Ben, No obstante, los Kim usan su audacia y trabajo en equipo para crear una ilusión plausible de que pertenecen al mundo de la clase alta para infiltrarse en la casa de los Park.

Aunque la familia Kim logra su cometido (por un rato) para ellos las diferencias con los Park se vuelven imposibles de ignorar. Tanto en Burning como en Parasite la ligereza con la que actúan los personajes de la clase alta se vuelven insoportables. Tanto es así que el espectador prefiere apoyar a Jongsu o a los Kim, aunque esto tal vez desafíe nuestra ética.

Ahora bien, las mujeres Hae-mi de Burning y Ki- Jeong de Parasite no encajan completamente con el perfil de Jongsu o Ki-woo, hombres tan atrapados en la realidad como los Park con la piedra que les obsequian al inicio de la cinta. En ambas cintas se refleja una posibilidad de cambiar sus circunstancias actuales para “trascender” a una vida en la que podrían encajar. Hae-mi; con una necesidad más espiritual que material, Ki Jeong; con un ingenio que no se constriñe con dudas, sino que solo es. Cabe aclarar que este cambio no significa una ida de algo malo a bueno o viceversa, sino la adaptación inherente en ellas. Esta posibilidad se puede identificar en los niños de Shoplifters (Un Asunto de Familia)

La película nipona de Kore-Eda se diferencia en varios puntos de las coreanas mencionadas. Aquí la diferencia no surge de un choque con otra familia o persona, sino que se siembra lentamente dentro de la familia protagonista. En Tokio el padre de familia, Osamu, y su hijo recogido, Shota, acogen a una niña llamada Yuri. La llevan a casa junto con las mujeres Nobuyo, Aki y Hatsue, quienes tienen opiniones encontradas sobre la niña, pero después de ciertos descubrimientos, deciden quedársela.

La familia sobrevive con empleos precarios e incluso uno que otro hurto con apariencia inofensiva. Kore-Eda permite que sea uno mismo quien juzgue a la familia conforme se develan los secretos que amenazan la unidad familiar en un mundo con escazas posibilidades y que se cuestiona si realmente el camino más arduo y riguroso es el mejor.

Hae-mi, Ki-Jeong y los niños Shota y Yuri se toparán con más muros de los que uno quisiera. Esto desafía, una vez más, aquella falsa noción de que “el pobre es pobre porque quiere”. Las tres cintas comparten una crítica a la invisibilización que el sistema económico pretende hacer de los jóvenes sin oportunidades, la incapacidad de movilidad social y la falta de apoyo a programas sociales, algo que, aunque en Asia no parecería tan crudo como en naciones como la nuestra, llama a gritos por un cambio.


Fecha de publicación: 3/04/2020