Gingko Biloba : La huella de Japón en la diversidad forestal en la ciudad de México

Introducción

Es claro que la biodiversidad en la ciudad de México es amplia y muy rica. En lo particular, la forestal ha estado ligada, en los últimos siglos, a la movilidad que ha implicado las comunicaciones desde la llegada de los españoles a Mesoamérica, sin descontar otros tipos de migraciones que pudo haber antes de su arribo. El hecho, es que el intercambio no sólo de personas, ideas, costumbres y valores se acrecentó con el capitalismo mercantilista y la posibilidad de interconexión a gran escala.

En ese marco, diversos tipos de plantas y semillas fueron trasladadas ya sea por ser parte de la dieta de las comunidades migrantes o para fines ornamentales. Algunas de ellas no se lograron aclimatar y otras encontraron en las nuevas tierras un espacio fértil de crecimiento o incluso mutación. Asimismo, algunas de ellas compitieron con la flora endémica y otras lograron ser dominantes o coexistir.

El argumento central del presente documento es que por medio de la intervención humana ha sido posible la trasplantación de especies forestales que no hubiera sido posible por causas naturales. Un ejemplo de ello son los árboles de jacarandas que hoy día, en la temporada de la primavera, visten de tonalidades moradas a la ciudad de México. De acuerdo con el investigador Sergio Hernández,[1] fue introducida la variante brasileña por Matsumoto Tatsugoro que la cultivó en sus viveros para que después se plantaran, por diversos medios, en nuestra capital y en otras partes de la República. En ese sentido, su introducción a México fue clave la decisión de uno de los miembros de las familias más reconocidas de la comunidad japonesa en el país, aunque no es una variedad nativa de Asia. Bajo el supuesto anterior, la meta de este ensayo es hacer un rastreo de la presencia de una especie enteramente asiática: el Gingko Biloba. Hoy día los muy pocos árboles que podemos apreciar en nuestra ciudad reflejan una historia hasta ahora desconocida en las relaciones entre México y Japón.

¿Los Sakura en México?

Es indudable que la flor de cerezo (Sakura) es uno de los símbolos más representativos de Japón. Su floración a finales de marzo y principios de abril ofrece un espectáculo visual por su extremada belleza, siendo una parte de las tradiciones culturales de ese país asiático; además de ser un motivo de admiración para los residentes y visitantes extranjeros. Es conocido el hecho que a finales del siglo XIX y en las primeras décadas del siglo XX, el gobierno japonés donaba semillas y matas de Sakura a otros países como signo de buena voluntad y amistad, tal fue el caso de los Estados Unidos donde sus árboles se pueden ver en la actualidad en Washington o en Nueva York (Imagen 1), por sólo mencionar esas dos ciudades.

Imagen 1. Sakura en Central Park, Nueva York

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Fuente: Cortesía de Yukiko Uscanga ( 2018).

En América Latina, México se sumó a la lista y al menos, hasta ahora, se sabe que hubo dos donaciones: una efectuada en 1914 y la otra en 1931. La primera, se ofreció en marco de la visita de Francisco León de la Barra como embajador especial para agradecer la presencia de Japón en las fiestas del centenario de la independencia de México en 1910. El arribo del diplomático mexicano a Tokio se dio ante la existencia de un clima anti-estadounidense por las políticas restrictivas contra los migrantes japoneses residentes, particularmente, en California. En ese contexto, se celebraron varias manifestaciones y procesiones populares con linternas en diferentes parques y avenidas de Tokio. Una de ellas pasó frente al Hotel Imperial donde estaba hospedado León de la Barra quien desde su balcón agradeció a los congregados por sus expresiones de simpatía, posteriormente, esa marcha pasó por el edificio de la Legación de México en Japón donde vitoreaban de nuevo la presencia del representante mexicano en la ciudad y dejaron tres plantas de Sakura en las oficinas diplomáticas mexicanas.[2]

Es un hecho que la entrega de las plantas significó un gesto de compartir un símbolo altamente apreciado para el pueblo japonés. En ese sentido, puede explicarse que durante la comida ofrecida por parte de la Sociedad Japonesa-Latinoamericana, su presidente, el príncipe Nijo Motohiro ofreció mil plantas de cerezo japonés las cuales serían despachadas en marzo de 1914. El secretario de Relaciones Exteriores, José López Portillo y Rojas, giró instrucciones para al administrador de la aduana en Manzanillo para su ingreso al territorio nacional; además de agradecer ampliamente al príncipe Nijo su amable ofrecimiento. Asimismo, el oficial mayor la cancillería mexicana, Genaro Fernández Mac Gregor, envió un oficio a la junta superior del Bosque de Chapultepec señalando lo siguiente:[3]

“permitiéndome a la vez indicarle la conveniencia de que sean plantadas en el bosque de Chapultepec los cerezos de que se trata, dándose a la avenida o calzada que con ellos se adorne, algún nombre que conmemore este obsequio debido a la cortesía japonesa”.

Es claro que los Sakura no lograron aclimatarse y el intento quedó como un gesto de amistad. Se tendrían que esperar 16 años para que Japón recibiera la solicitud del gobierno mexicano para una nueva donación de variedades de cerezos donde se incluía el Gingko Biloba. El año de 1931 fue testigo de muchos eventos para el mayor acercamiento de las relaciones bilaterales nipo-mexicanas. Se puede citar, la visita azarosa de un grupo de universitarios mexicanos a Japón encabezada por el profesor Adalberto García de Mendoza, y la posterior llegada a nuestro país de estudiantes japoneses en el verano del mismo año precedida por el diputado Nakamura Kaju.[4]

En ese contexto, surge la petición de parte del presidente Pascual Ortíz Rubio al director general del Bosque de Chapultepec, Juan Ortíz, para que explorara la posibilidad ante el ministro Miguel Alonzo Romero, responsable de la Legación mexicana en Japón, para la adquisición de 500 plantas de cerezo con el objeto de cumplir el deseo del ejecutivo para ver alguna de sus calzadas fueran adornadas con los Sakura.[5]

Era claro que las autoridades mexicanas del Bosque de Chapultepec no tenían en la memoria el intento no exitoso realizado durante el gobierno de Victoriano de la Huerta o si lo tenían en mente no quisieron comunicarlo a Ortíz Rubio. En Japón, había no sólo claridad del esfuerzo anterior sino también de las otras experiencias del envío de especímenes de Sakura a otros países que no había sido exitosos. En la réplica que realiza Alonzo Romero a Ortíz, se establece el tema de la aclimatación apuntando que Tokio lo considera como una muestra del valioso lazo fraternal entre los dos países, pero la adaptación era un aspecto por considerar; y que el posible envío tendría que ser en la época de invierno. Asimismo, el diplomático le sugería que se contactara con el jardinero Matsumoto en la ciudad de México que seguramente él estaba bien informado sobre ese problema y añadía lo siguiente:

“El clima que prevalece en lugares en los que los cerezos son típicos, es húmedo, tanto en verano como en invierno. Esta característica, así como la del calor casi insoportable de los meses de verano, hace muy difícil la adaptación de la planta a nuestro clima capitalino”.[6]

La Cancillería japonesa respondió que la donación se haría a través de la ahora Sociedad Japón-México que dirigía el Vice-Almirante Moriyama Keizaburo, pero advertía de los intentos anteriores habían derivado en fracasos pero ante esos antecedentes se sugería lo siguiente: 1) Enviar los cerezos de diferentes variedades (pétalo simple y doble) después de la época de deshojamiento; 2) Se le proveerían también semillas para Matsumoto para que las sembrara en su vivero de manera experimental para esas matas pudieran también trasplantadas en el Bosque de Chapultepec; y 3) El traslado desde el puerto de Manzanillo hasta la ciudad de México correrá a cargo del gobierno mexicano.

El 7 de diciembre de 1931 zarpó el Ginyo Maru del puerto de Yokohama con 7 cajas. Una de ellas contenía 150 pimpollos de diferentes variedades de Sakura con una altura de 4 a 5 pies de altura además de 10 matas de Ginkgo Biloba, Linn, de 5 a 6 pies; la segunda caja incluía un litro de semillas de cerezo de la variedad “Yoshino” y los 5 restantes tierra preparada. Asimismo, se incluían varias recomendaciones que indicaban que las cajas no deberían ser abiertas y ni regarlas; además después de su arribo al puerto mexicano debían colocarlas en la sombra para evitar la exposición del sol.[7]

La llegada del cargamento fue objeto de atención por parte de la prensa mexicana, varias notas periodísticas se refirieron a la donación japonesa donde se remarcaba el hecho de que las autoridades del bosque de Chapultepec iban a construir la glorieta[8] y se le pondría el nombre de “Ofelia” donde se sembrarían los Sakura y los Gingko Biloba, ya que era el nombre de la hija del presidente Ortíz Rubio siendo ella era una amante de los árboles.[9] No hay registros de haberse oficializado lo anterior, posiblemente debido a la renuncia del presidente el 3 de septiembre de 1932, tampoco hay información disponible, al menos por el momento, sobre la siembra de los Sakura pero en el hipotético caso de que hubieran sido plantados no pudieron florecer ( Imagen 2) pero sí los Gingko Biloba.


Imagen 2. Planta de Sakura trasplantada sin florecer en la Ciudad de México

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Fuente: Imagen propia (2022).

Los árboles de Gingko Biloba en la ciudad de México

El Gingko Biloba se le considera un “fósil viviente” que no ha sufrido grandes cambios en su morfología. Sus registros paleoetnobotánicos datan de hace 290 millones de años y se han encontrado en diversos lugares del planeta, sin embargo lograron sobrevivir en el Este de Asia, particularmente de la zona central de China, de donde fue llevado a Japón aclimatándose y hoy día durante el otoño pinta de amarillo las principales avenidas Tokio ( Imagen 3) y otras ciudades del archipiélago japonés.

Imagen 3. Meiji Jingu Gaien, Tokio

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Fuente: Cortesía de Lesly Melo ( 2020).

El árbol tiene una gran capacidad regenerativa (se menciona el hecho que después de la bomba atómica en Hiroshima, los primeros plantas en retoñar fueron las del Gingko Biloba[10]) su madera es muy resistente y también tiene usos en materia de la salud, sus infusiones sirven para la circulación sanguínea por su alta concentración de flavonoides y propiedades para combatir el deterioro de la memoria.[11]

Se puede hacer el seguimiento de la presencia de los Gingko Biloba en la capital del país a través de dos rutas. La primera ya se comprobó con el envío oficial por parte de Japón de esa variedad de árboles; y en la actualidad, en el registro forestal de la primera sección del bosque de Chapultepec aparecen algunos árboles inventariados que se encuentran a escasos 100 metros desde el Totem canadiense al inicio de la calzada del Rey ( Imagen 4 y 5).

Imagen 4. Árbol de Gingko Biloba 521077 Bosque de Chapultepec 1

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Fuente: Imagen propia ( 2022).

Imagen 5. Árbol de Gingko Biloba 521077 Bosque de Chapultepec 2

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Fuente: Imagen propia ( 2022).

La segunda vía fue a través del llamado, “apóstol del árbol”, Miguel Ángel de Quevedo y Zubieta ( Imagen 6) cuando fundó lo que hoy conocemos como “Viveros de Coyoacán” en 1893 teniendo el apoyo de las autoridades gubernamentales y del mismo presidente Porfirio Díaz Mori. En un reportaje en el Universal Ilustrado de 1917 escrito por Hipólito Seijas refería al “árbol de gran porte” venido de Japón como una de las especies más raras que tenía en ese momento el Vivero, de acuerdo con su director, Ángel Roldán.[12] Asimismo, se hace mención del beneficio de su fruto (tipo de almendra de color blanco) para actividades de la ebanistería.

Imagen 6. Busto de Miguel Ángel de Quevedo en los Viveros de Coyoacán

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Fuente: Imagen propia ( 2022).

Las ubicaciones en el sur de la ciudad de los árboles de Gingko Biloba eran (a parte de los Viveros de Coyoacán) la residencia de Miguel Ángel De Quevedo ubicada en Francisco Sosa 440 (esquina de Panzacola) y en el parque de la Bombilla que todavía hace un par de años se podía ver un letrero (Imagen 7) sobre la existencia Gingko Biloba en ese espacio público.

Imagen 7. Letrero en el Parque de la Bombilla

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En el Herbario Nacional del Instituto de Biología de la Universidad Nacional Autónoma de México, existen muestras de hojas de Gingko Biloba, la más antigua data de 1925 proveniente del jardín Botánico de Chapultepec.[13] En 1914, se registra la petición de un particular para la Junta Central de Bosques[14] ( creado por Miguel Ángel de Quevedo) para la donación de Gingko Biloba y otras especie de árboles; lo que se infiere que ya existían disponibles plantas de esa variedad antes de la donación realizada en 1931.Asimismo, se registran la existencia de Gingko Biloba a través de la recolección de sus hojas, a parte de la ciudad de México ( en Chapultepec y los lugares ya mencionados en el sur de la ciudad), en el Estado de México (en la ahora Universidad Autónoma de Chapingo) y en el estado de Oaxaca.

Con absoluta certeza existen más Gingko Biloba no inventarios en la ciudad de México, sus hojas verdes que se tornan amarillas en la época de otoño-invierno (Imagen 8 y 9), ofrecen una pista sobre otras posibles ubicaciones. Mientras tanto, los lectores pueden apreciar al Gingko Biloba con el número de inventario 5210677, posiblemente sembrado en 1932, para palpar un pedazo de historia y un producto de los nexos de amistad entre el pueblo mexicano y el japonés.


Imagen 8. Hoja de Gingko Biloba de tonalidad amarilla

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Fuente: Imagen propia ( 2022).

Imagen 9. Hojas de Gingko Biloba en la corteza del árbol

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Fuente: Cortesía de Marisol Campos ( 2022).

Comentario Final

Es un hecho que el número de Gingko Biloba en México es muy limitado y la presencia de los trasplantados a principios del siglo XX se va desvaneciéndose, pero independiente de su cantidad, su arribo a México a través de las donaciones realizadas por Japón o a través de la adquisición de semillas y brotes por parte de Miguel Ángel de Quevedo (sin descartar otras vías que pudieron converger con la familia Matsumoto) representan en sí mismo un hecho inédito y olvidado que merece ser recordado dentro de las relaciones entre México y Japón.

Notas

[1] Sergio Hernández, “Vendiendo paisajes: Los negocios de la Familia Matsumoto” en , Rosa Meyer y Delia Salazar (coords.), Historia de Comerciantes, México, Secretaría de Cultura-INHA, 2018, pp. 295-319.

[2] “Mexican Envoy. Serenaded by lantern Bearers”. The Japan Daily, 27 de Dociembre de 1913. “Tokio Cheers De la Barra, Mass Meeting gave him a sword and Condemns our policy”. The New York Times, 27 de Diciembre de 1913.

[3] Archivo Diplomático Genaro Estrada- SRE “Obsequio de 1000 plantas de cerezo al Embajador Francisco León de la Barra por el gobierno del Japón”, Legajo 21860 : 11-4-117, Folio 1

[4] Carlos Uscanga, “Japón en Morelos. La visita de estudiantes japoneses de Kaju Nakamura” en Alejo Ebergenyi. Los japoneses en Morelos. Testimonios de una Amistad. Fondo Editorial del Estado de Morelos, 2018, pp.87-95

[5] Archivo Diplomático Genaro Estrada- SRE “Obsequio de 500 plantas de cerezo del Japón, al Sr. Presidente de la República para el bosque de Chapultepec”. Legajo IV-251-35, Folio 1

[6] Ibidem, folio 2

[7] Ibidem, folio 10

[8] En la actualidad, hay una glorieta donde se ubica la fuente de las ranas en el bosque de Chapultepec, cercano al acceso por la avenida Chivatito, podría pensarse que era el lugar que posiblemente se le pondría el nombre de “Ofelia” y no está lejos de la calzada del rey casi esquina con avenida Heroico Colegio Militar (antaño nombrada Gran Avenida) donde se encuentran los Gingko Biloba en el bosque de Chapultepec.

[9] “Valioso Obsequio del Japón para el bosque”, El Nacional, 22 de diciembre de 1931, p. 1

[10] Eduardo Barba,“El Gingko , el árbol que sobrevivió a los dinosaurios y a la bomba atómica”, El País, 22 de julio de 2022

[11] Rubén Portela, “ El Gingko Biloba, un fósil viviente” Ciencia y Biología, 20 de abril de 2021

[12] Xóchil Salazar y Ruth Gómez, “Cuando en Viveros había toreros, no corredores” El Universal, 10 de marzo de 2016, https://www.eluniversal.com.mx/entrada-de-opinion/colaboracion/mochilazo-en-el-tiempo/nacion/sociedad/2016/03/10/cuando-en-viveros ( recuperado 25 septiembre de 2022)

[13] “Gingko Biloba L”, Herbario Nacional de México, Instituto de Biología, UNAM, https://datosabiertos.unam.mx/IBUNAM:MEXU:1153994 ( recuperado 4 de octubre de 2022)

[14] Archivo General de la Nación (ANG), “Solicitud de H. Ph. De Kanter Jr. Al Departamento de Bosques, para que se le otorguen algunos árboles de "Ginko Biloba", "Hispilus germanica", "Cupressus", "Pinus", "Casuarina", "Eucalyptus", entre otros”. 1914, Caja 29 / 42582/23 / Expediente 1139.